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martes, 25 de marzo de 2014

Criaturas Fantásticas

CAPITULO 3:
Desperté sobresaltada, me tomé una taza de café y un par de galletas Le dejé una nota a Fiorella: "Me he ido a buscar a Astaroth, volveré pronto." Me puse unos shorts vaqueros y una camiseta azul bastante ancha, me abroché las vans y salí lo más rápido que pude. "¿Dónde se puede encontrar a un "Demang"?"
El pueblo no es muy grande así que no podía resultar muy difícil encontrarle, además a las siete de la mañana no hay mucha gente por las calles, el pueblo estaba dormido.
Por el paseo marítimo no había nadie así que me fui a buscarle por las afueras del pueblo y, en efecto, ahí estaba, tumbado mirando cómo la luna se acostaba por el horizonte, a pesar de que el sol ya brillaba con intensidad aún podía apreciarse una imagen borrosa de la luna.
- ¡Menuda sorpresa! ¿Cómo tú por aquí?- parecía que no le sorprendía nada mi visita.
- Me apetecía hablar contigo. Además tengo unas preguntas que creo que puedes resolverme...
- Dispara, espero que no sean muy difíciles- dijo mientras soltaba una de sus carcajadas.
- Tú eres un "Demang", eres hijo de un demonio y de un ángel, en concreto de Lucifer y de Annaniel.
-¿De dónde te has sacado eso?
- Bueno... Busqué el significado de tu nombre en Internet...
- Pero como mucho pondría que significa "fuerza".
-Sí, en la mayoría de páginas ponía eso pero me enfrasqué en la búsqueda y encontré lo que acabo de contarte...
- Bueno y... ¿Qué más quieres saber?
- Todo acerca de los ángeles y los demonios.
- Sé más concreta...
- ¿De dónde salen los ángeles? Quiero decir... ¿quién y cómo fueron creados?
- En primer lugar, los ángeles fueron creados para mantener el orden, fueron destinados a organizar la vida de cada persona, las personas tienen su línea de vida ya creada, los sucesos que les van pasando están en esa línea de vida y los ángeles se encargan de que se cumplan esos sucesos.
Los ángeles eran espíritus que podían adoptar una forma humana, pero poco a poco se fueron quedando atrapados en ellas. Los diablos nacieron de las cenizas, Lucifer, era un ángel diferente a los demás y fue desterrado por sus ideas y llegó a crear su propio ejército del mal. Los diablos consiguieron entrar también en almas humanas robando sus cuerpos y desorganizando la vida en la tierra.
- Un momento... Entonces... ¿los humanos estamos rodeados de ángeles y diablos?
- Básicamente, si. Desde hace más tiempo que los humanos.
Bueno, continúo, los ángeles y los diablos no pueden morir a no ser que se les clave una espada de fuego que sólo estas criaturas poseemos. Es el único arma que puede utilizarse en las guerras de ángeles contra demonios, pero los diablos hacen trampas, como siempre y tienen sus propias claves secretas que les hace más fuerte.
- Siento interrumpirte de nuevo pero ¿los ángeles tienen alas?
- Si que tenemos pero, pero son invisibles. Si vieras el aura, en los ángeles observarías una luz al rededor de las alas. Pero ni tú ni yo podemos ver el aura de las personas.
- ¿Y los ángeles de la guarda existen?
- ¡Por supuesto! Actúan cada día a todas horas. Lo malo es que los humanos no aprecian su trabajo, pero es normal. Ahora voy a hablarte de mí. Yo tengo mitad de ángel y mitad de diablo y aunque intente controlar esta última parte no puedo. Pero sé que a ti no podría hacerte daño, Becka soy como tu protector.
- ¿Por qué dices como?
- Tienes un protector ya asignado, pero cuando estás en peligro un instinto hace que vaya a protegerte.
- Y ¿existen unas Leyes Angélicas?
- Si, pero son muchas y es difícil cumplir todas... Sobre todo si tienes una parte de diablo.
Hubo un silencio y no se me ocurrió mayor chorrada para decir:
- ¡Ya decía yo que tus ojos no eran normales!
- Jajajaja, puede, si te fijas bien a veces aparece un brillo rojo.

Cada vez que sabía algo más acerca de él más me gustaba y no me daba cuenta de que este sentimiento hacia esa criatura fantástica estaba siendo cada vez más fuerte.
Me sentía como en un cuento, pero en el fondo sabía que era la realidad y en unos días tendría que despedirme de Astaroth y de este fantástico mundo, quien sabe si sería un "hasta siempre".


Alma de un diablo
 
Lucifer sosteniendo a Annaniel muerta.
 
Paseo mar
 
Ángeles con espadas de fuego

Astaroth

Beck

lunes, 24 de marzo de 2014

Criaturas Fantásticas


CAPITULO 2:

Por la mañana vino Fiorella a despertarme, me había preparado el desayuno y sin cortarse ni un poco me preguntó:
-¿Qué tal con el chico ese de ayer?
-Es muy simpático y misterioso, tiene algo que no parece... Humano.
-Jovencita, tienes mucha imaginación. Si no es humano, ¿qué es?
-Tienes razón ¡qué tontería más grande!
En lo único que pensaba era en que necesitaba volver a ver a ese chico, ¿estaba volviéndome loca? No, simplemente estaba a gusto a su lado.
-Becka, tengo que hacer unos recados, ¿me acompañas?
-¡Por supuesto! Así conozco un poco más las calles.
Salimos del apartamento, pasamos por la costa y llegamos a una panadería rústica. Olía a pan recién hecho, a pastelitos y dulces.
Con simpatía el dueño salió a atendernos, era un hombre bajito, con la cara roja y bigote, su tripa que abultaba bajo el delantal que llevaba puesto.
-Vaya vaya Fiorella, ya tienes una acompañante ¿eh?
La voz de ese hombre era graciosa, muy grave y se notaba que imponía respeto pero a la vez simpatía.
-Es muy guapa y joven ¿verdad Paolo?- Fiorella parecía encantada.
- Desde luego que su belleza es deslumbrante, ¡quién volviera a tener esa edad!
El hombre nos atendió y me regaló un pastelillo de vainilla.
Este pueblo era estupendo, todos eran amables y simpáticos, parecía un mundo a parte.
Nos marchamos de la panadería y fuimos a muchas tiendas, a la tintorería, a la fábrica de juguetes de madera, a la carnicería...
Nos acercamos a una ciudad cercana para comprar materiales que necesitaba para una maqueta que Fiorella estaba construyendo durante su tiempo libre. Íbamos por un camino de tierra muy estrecho y un coche a gran velocidad se iba acercando a mí sin dejarme tiempo para moverme, lo tenía enfrente pero algo me empujó hacia el campo de al lado. Alguien me había salvado la vida y Fiorella no había sido, ella no tenía tanta fuerza ni podía moverse tan rápido.
Mi cuerpo estaba lleno de arañazos, de repente, le vi a él. Astaroth me había salvado la vida, había aparecido de la nada. Me ayudó a levantarme y Fiorella vino aterrada donde me encontraba.
Llegamos al pueblo, me curé las heridas y decidí salir a buscar a Astaroth, que en cuanto vio que estaba bien desapareció de nuevo sin poder agradecerle el haberme salvado la vida.
Abrí la puerta y allí estaba Astaroth, nos fuimos a dar una vuelta. Me invitó a un helado de kinder a pesar de que me negué.
-Astaroth, ¿eres humano?- pregunté con timidez
-¡Pues claro que soy humano! ¿Qué iba a ser sino?
-No lo sé... Olvídalo.
Sus ojos seguían brillando, le agradecí que me salvara la vida y para mi sorpresa nos abrazamos. Pero no fue un abrazo típico, no, fue de esos abrazos que expresan cariño, que te hacen ver que no estás sola.
-Beck, prométeme algo, nunca te cansarás de luchar. Sé que no me conoces de nada pero eres fuerte y no quiero que esa sonrisa deje de brillar. Pase lo que pase, lucha, no te rindas.
Astaroth se dio cuenta de que mis ojos se llenaron de lágrimas y volvió a abrazarme, pero esta vez mas fuerte. Me sentí protegida y comencé a llorar.
-¿Cómo sabes lo que me pasa? ¿Cómo te has dado cuenta de que estoy dolida y he pensado dejar de luchar? No encuentro sentido a nada... La vida es una mierda.
-Tranquila, yo estoy a tu lado, desahógate, lucha lo que sea. Pero levántate, una piedra en el camino no debe hacerte caer y que no quieras continuar. Tus ojos me delatan que no lo estás pasando bien.
-Gracias. Por todo.
Cada vez estaba más segura de que este chico no podía ser humano, es fácil darse cuenta de que alguien está mal pero sentía que lo sabía.
Cuando me calmé nos fuimos a pasear por la playa y empezamos a jugar a mojarnos como los niños pequeños.
Comenzó a anochecer y Astaroth me acompaño al apartamento. Cuando llegué ayudé a Fiorella a preparar la cena, cuando terminamos recogimos la vajilla y me fui a mi habitación a buscar el significado de Astaroth en Internet, la curiosidad me corroía por dentro.
En la mayoría de páginas tan solo decía: "proviene del latín, significa fuerte".
Pero después de entrar en varias páginas, en un blog encontré algo diferente. El fondo era una imagen de un ángel blanco luchando contra uno negro y un símbolo extraño, como una estrella de cinco puntas con alguna que otra raya y círculo.
Astaroth: "Criatura sobrenatural. Hijo de un ángel y un diablo.
Dios creó a los ángeles para proteger a los seres humanos de los diablos, criaturas malvadas y crueles.
El ángel Annaniel y el diablo Lucifer (emperador del infierno, rey del mal) tuvieron un hijo al que llamaron Astaroth. Lucifer mató a Annaniel nada más nacer el niño para que se criara sólo de una forma diabólica, pero los genes de su madre seguían allí."
No podía creer lo que estaba leyendo. Hoy en día ya nadie cree en los ángeles, sin embargo creen en el diablo. La verdad no los culpo, basta con ver el día a día, tendemos a ver sólo lo malo, pero sobre todo se refleja en las noticias. Resulta difícil creer en Dios o en los ángeles ante una imagen de una guerra o un catástrofe natural pero... Pero ahora creía en los ángeles, yo conocía a un "Demang" (así se llama la mezcla de un demonio y un ángel). Los ángeles existían y existen desde siempre.
Me quedé dormida con el portátil encendido a los pies de la cama, había sido un día duro y tenía muchas preguntas para Astaroth. ¿Un ángel puede morir,? Yo creía que eran inmortales, sin embargo Lucifer mató a su madre... ¿Los ángeles no son espíritus? Está claro que no, a no ser que puedan obtener un cuerpo humano para bajar a la tierra... ¿Tienen leyes angélicas? Algo así como un orden para vivir o algo así.
Y lo más importante... Si un ángel te da la espalda, ¿en quién confías?
Beck

Paolo
 
Astaroth

Camino estrecho
Annaniel
 

Lucifer

Símbolo

domingo, 23 de marzo de 2014

Criaturas Fantásticas


CAPITULO 1

Desperté con un nudo en la garganta, mis ojos estaban hinchados de tanto llorar, notaba que el cuerpo me pesaba más de lo normal, mis movimientos eran lentos y torpes, parecía que no había dormido en toda la semana y la verdad es que no era del todo falso. Me encontraba sola, con un vacío en mi interior, aún no podía creerme que acabásemos de esa manera, todos esos meses con él sólo habían servido de engaño. Yo luché por él, pero no me quiso tanto como pensaba.
Estaba ya cansada de tener siempre el mismo final, esto empezaba a dejar de tener sentido para mí.
Decidí darme una ducha rápida para despejarme un poco y después salir a correr "tal vez salir un rato no me venga mal" pensé.
El deporte era lo único que conseguía desahogarme y evadirme de todo, me puse un chándal, cogí el móvil y los auriculares, cerré la puerta de mi apartamento y comencé a mover mis piernas aumentando poco a poco la velocidad.
La ciudad en la que vivo no es de las más bonitas, pero tiene su encanto que la hace especial. Los edificios no son ni muy antiguos ni tienen infraestructuras novedosas pero llevar mucho tiempo en un lugar te hace apreciar hasta el más mínimo detalle.
Cada canción que sonaba por mis oídos me recordaba a él, ¿cómo pude decirle que necesitaba un tiempo? ¿en qué estaba pensando? Pero sin duda alguna lo peor fue cuando me dijo que podíamos ser amigos, unos días mas tarde me dio esperanzas para poder recuperar la confianza, pero él no se sentía a gusto y me dijo que deberíamos seguir de amigos, a la noche me mandó un SMS diciéndome que lo mejor para los dos iba a ser dejarnos de hablar... Y así durante unas semanas. Me sentía utilizada, pero con el tiempo dicen que todo se supera.
Los ojos se me inundaron de lágrimas, pero me las contuve, no podía seguir llorando a todas horas.
Después de darle vueltas a todo decidí que para no lastimarme debía cerrar mis sentimientos, no debía esperar nada de nadie, entendí que la soledad era mi único acompañante en la vida.
Al llegar al apartamento me preparé una taza de café con leche y mis tres cucharaditas de azúcar, y me puse a estudiar. En la universidad no me iba del todo mal, opté al final por estudiar magisterio acertando en que iba a gustarme.
No me concentraba mucho estudiando y me puse a mirar escapadas de unos días a lugares tranquilos. Encontré un pueblecito no muy lejos de mi ciudad, tenía una preciosa playa pero casi nadie visitaba ese lugar. Decidí irme esa misma tarde y permanecer unos días para despejarme e intentar olvidar, pero en esta vida pocas cosas se olvidan cuando te marcan.
Durante el viaje coincidí con un chico, alto, rubio y bastante guapo. Parecía ocultar su "verdadero yo", pero sus ojos me gritaban ayuda. No entendía nada, pero me hizo reír y ya casi había olvidado lo que se sentía al no fingir una sonrisa.
Para mi sorpresa, los dos íbamos al mismo paradero, pero nada más bajar del bus, el chico desapareció sin ni siquiera haberle podido preguntar su nombre.
La casa en la cual iba a alojarme se encontraba encima de una pequeñita montaña rocosa desde la cual había vistas a la preciosa playa. Por fuera parecía acogedora y grande, me recordaba al decorado ibicenco puesto que era blanca.
Llamé a la puerta y una señora mayor amablemente me abrió la puerta.
-Así que tú eres la jovencita que va a hacerme compañía unos días. Dijo la señora con amabilidad.-venga por aquí preciosa, voy a mostrarle su habitación en la cual podrá acomodarse, espero que sea de agrado.
Tras abrir la puerta de la habitación la dulce anciana se marchó al salón. Los decorados de la habitación daban una sensación de calma, los muebles eran de mimbre, la pared tenía un color verde manzana (muy clarita), un enorme ventanal redondo que ocupaba gran parte de una de las paredes adornado con una cortina sedosa de color claro y una pequeña terraza decorada con flores que daba un toque victoriano a la habitación.
Una vez instalada decidí agradecer a la amable señora el haberme permitido alojarme en su humilde morada.
La encontré sentada en una hamaca balanceándose mientras sostenía un libro de poesía entre sus manos.
-La habitación es preciosa y las vistas son increíbles. Gracias por su hospitalidad.
-No hay por qué dar las gracias. Me alegro de que te guste, espero que te sirvan para descansar estos días y alejarte de tus preocupaciones.
Esa última frase me dejó impactada, supongo que era fácil de suponer, al ser una chica joven e irme sola...
-Por cierto, ¿cómo se llama?- La verdad me daba vergüenza no saber el nombre de la señora que me alojaba.
-Puedes llamarme Fiorella.
-Encan...- antes de poder terminar la palabra, alguien llamó en la puerta de entrada.
Fiorella fue a abrir la puerta, yo me quedé observando por detrás y para mi sorpresa el chico del autobús estaba ahí delante, con una cesta en una mano.
-¡Buenas noches mi dulce compañera! Espero no parecer muy osado pero ¿podría darme el honor de poder compartir conmigo esta simple cena mientras divisamos el ocaso en la playa?
Por un momento dudé, era un chico raro, pero tenía algo que me hacía sentir cómoda cuando estaba cerca de él, tampoco me parecía bien dejar a Fiorella sola, pero esta me lanzó una mirada de "¡Adelante, no desperdicies la oportunidad!".
La verdad es que todo era muy surrealista, este loco que no me conocía de nada me había invitado a un pic-nic y yo había aceptado.
Cuando llegamos a la playa nos sentamos en la fresca y suave arena, yo me quité las sandalias. Iba con un vestido blanco que me encantaba. El sonido de las olas y de algunas gaviotas ambientando el momento.
-Tan sólo he preparado unos sandwiches y algo de fruta, espero que te guste.
-Tengo una pregunta para ti, ¿cómo has sabido dónde me alojaba? ¿Me has seguido?
-Te puedo asegurar que no te he seguido, pero no puedo decirte cómo lo he averiguado. Prefiero dejarte con la intriga.
-Eres un chico muy misterioso. ¿Por qué he de creer que no me has seguido?- cuando terminé la frase me di cuenta de lo dura que estaba siendo, tenía que disfrutar de la velada.
-Puedes creerme por que te doy mi palabra por la cual reafirmo que jamás haría tal barbaridad.
Hubo un momento de silencio, le miré a los ojos, eran de un color verdoso pero parecía de otro planeta y a la luz de las velas que había colocado en la arena eran aun más asombrosos.
-Por cierto, no sé como te llamas, ¿o eso también quieres dejarlo en misterio?- dije sonriendo.
-La verdad, me has pillado, no iba a decírtelo pero puedes llamarme Astaroth.
-Bonito nombre, Astaroth, yo soy Rebecka, pero puedes llamarme Becka o Beck.
Después de un largo rato hablando y riendo decidimos volver a nuestras respectivas casas. Astaroth me acompañó hasta la puerta del apartamento de Fiorella.
Cada segundo que pasaba me preguntaba de dónde había salido aquel chico tan increíblemente misterioso.
Nada mas llegar a la habitación caí rendida en la cama pensando en Astaroth, todo era muy extraño.
Beck

Astaroth

El pueblo

Fiorella

Vestido blanco de Beck

sábado, 1 de marzo de 2014

El Contagio (epílogo)

Epílogo

Nada volvió a ser como antes, años después Leo intentó suicidarse varias veces por el dolor que le causaban los recuerdos de la escena de Nymeria con el cuchillo, pero consiguieron salvar su vida los guardias de Varek y lo encerraron el celdas cada vez más reforzadas, sus intentos de escape eran nulos, no tenía motivos para vivir pero a “los otros” les encantaba verle sufrir, ya fuera con trabajos forzosos o con daños psicológicos.
Era un humano, por mucho que intentara levantarse, volvía a caer, no podía soportar el peso de esas imágenes que todas las noches su subconsciente reproducía en modo de sueños, dolor era lo único que sentía y cada día que pasaba era peor, por mucho que intentara pensar que sólo había sido una horrible pesadilla no conseguía engañarse a sí mismo, el hondo agujero que había dentro de sí mismo no lo podía cerrar.


Decidieron llevarlo a un manicomio especial para tenerlo mejor vigilado e intentar borrarle de la memoria todo lo ocurrido. Era mejor no contagiarle porque en su forma humana podía llegar a ser mucho más útil.

La vida de este muchacho podría cambiar de nuevo, acabar junto a Nymeria en otro lugar mejor, si es que lo hubiere o seguir viviendo sin sentido o tal vez escapar y encontrar otros humanos hasta crear una rebelión. Lo único que él sabía es que no la olvidaría nunca y que necesitaba estar junto a ella, aunque tal vez todo fue un producto de su imaginación y realmente estaba loco.