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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Criaturas fantásticas.


CAPITULO 8:
Después de entrenarme duro varias semanas y sin ningún tipo de peligro al acecho me vino a la cabeza Astaroth de nuevo. Le echaba de menos... A veces las cosas se complican y lo único que puedes hacer es continuar adelante con una sonrisa, aunque a veces esa sonrisa desaparece. En el fondo sabía que no estaba loca y que existía.
Me sentía sola, sin ganas de nada, necesitaba el cariño de alguien, le necesitaba a él.
Fui a mirar el buzón y había un sobre de color azul cielo, el sello eran unas alas, no ponía por fuera quién lo enviaba así que decidí abrirlo con cuidado y descubrir quién era el remitente. Era una nota muy corta que decía así:
Querida Beck:
Siento mucho no haber podido escribirte antes y darte señales de vida pero he estado algo ocupado. Te echo muchísimo de menos y te prometo que pronto nos veremos.
Te quiero. -A.

Ojalá fuera verdad que pronto volveríamos a vernos. Nada me hacía sentir bien, las pocas veces que salía no disfrutaba.
De repente sentí un escalofrío como si algo hubiera atravesado mi cuerpo. Escuché como una voz me decía: "no debes confiar en nadie", "vigila tu alrededor porque en el momento menos esperado..." me encogí apretándome la tripa con los brazos y cuando los aparté, vi como brotaba la sangre de mi estómago, logré ver cómo una sombra salía por la puerta y yo fui detrás, corriendo como podía, parecía la sombra de una mujer, iba con un mono apretado negro que lo único que dejaba al descubierto eran sus oscuros ojos con reflejos rojizos...

Conseguí alcanzarla, me miró con odio a los ojos, la sangre seguía cayendo y el dolor cada vez era mayor. La mujer se abalanzó sobre mí, pero conseguí tirarla al suelo, no iba a dejar tan fácilmente que me mataran. Le golpeé el estómago y conseguí partirle la nariz con un puñetazo seco, la mujer desprendía ira por sus ojos, cada vez más rojos. Sin darme cuenta me lanzó por los aires hasta que choqué con una vitrina y los cristales partieron parte de mi piel.
Cogí una de esas cortantes piezas y con rapidez me acerqué a la mujer y se lo clavé en el ojo, y no sé cómo, desapareció dejando una nube negra.
Por lo menos ya podía defenderme sola y podía estar al acecho vigilando sobre todo a mis espaldas. Recordé una frase de Astaroth: "los demonios o diablos son tramposos y cobardes" podían aparecer donde y cuando menos te lo esperas.
¿Sería la mujer esa un diablo? ¿Por qué me atacaban? Las preguntas invadían mi mente pero un fuerte pinchazo en la tripa me devolvió a la realidad.
Cogí una venda y apreté con fuerza el estómago, pero comencé a marearme, había perdido mucha sangre y al momento, todo se puso blanco.
¿Me habría equivocado y sí que había sido fácil matarme?