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viernes, 11 de diciembre de 2015

Criaturas Fantásticas

Capitulo 9:

Todo estaba oscuro, por mucho que intentara abrir los ojos, una especie de capa me impedía abrirlos. ¿Estaba ya muerta? Recordé que me habían apuñalado en el estómago y me había desmayado. Había sido un buen susto el de la última vez, ¿cómo pudo esa mujer aparecer así tan de repente? Tal vez necesitaba una nueva seguridad en mi casa... pero cómo pensaba en mi casa si lo más probable era que estuviera muerta... si lo estaba... ¿qué pasaría ahora? ¿tendría un juicio para ir al cielo o al infierno? Desde luego para ir al cielo no había sido muy buena, pero tampoco era tan mala como para pudrirme en el infierno, o eso creía yo. No puede terminar mi vida tan pronto, no así... soy demasiado joven y me falta mucho por vivir. ¡Serás egoísta! Pensé para mis adentros. Muchos niños han muerto con menos edad que yo, la hora de cada uno llega cuando tiene que llegar.

Por fin pude abrir los ojos pero todo era oscuridad así que mucho no había cambiado la situación. Decidí ponerme de pie, ¿dónde me encontraba? ¿acaso esto era la nada? Decidí ponerme a andar aunque tenía la sensación de que nada iba a cambiar, pero por otra parte sentía que no podía quedarme allí como si nada, tal vez más allá había algo más que oscuridad.
Conforme supuestamente mi cuerpo se iba moviendo seguía la oscuridad invadiendo la zona pero de repente una pequeña lucecita blanca, y decidí acercarme a ella. Cada vez la luz se hacía más grande y más brillante, llegó un momento en el que hasta molestaba seguir andando por la luz. ¿Dónde estaba? Quien sabe si pronto todas mis preguntas se responderían o tal vez me estaba acercando al mayor peligro de todos. El mismísimo Satanás.


Pasar de tanta oscuridad a la luz plena no podía ser bueno, mis ojos me pedían que me alejara de ese lugar y conforme me acercaba un dolor general invadía mi propio cuerpo y cada vez avanzar se complicaba más. De repente vi una figura que parecía humana que se acercaba a mi, llevaba una espada de fuego, el torso al aire y unos pantalones negros. Parecía que no quería que le viera la cara pues iba cabizbajo como si le diera vergüenza mirarme a la cara. Me fijé en su espalda y de ella sobresalían unas plumas blancas por dentro y las de los bordes negras, no podía dejar de mirarlas. No estaba segura de si era un ángel o un producto de mi imaginación. 


- Sígueme y no te alejes de mí, si has llegado hasta aquí puede que no sea del todo bueno.

Simplemente asentí con la cabeza, tenía una voz grave y un poco tenebrosa, me daban escalofríos al estar cerca de ese ser.
















miércoles, 31 de diciembre de 2014

Criaturas fantásticas.


CAPITULO 8:
Después de entrenarme duro varias semanas y sin ningún tipo de peligro al acecho me vino a la cabeza Astaroth de nuevo. Le echaba de menos... A veces las cosas se complican y lo único que puedes hacer es continuar adelante con una sonrisa, aunque a veces esa sonrisa desaparece. En el fondo sabía que no estaba loca y que existía.
Me sentía sola, sin ganas de nada, necesitaba el cariño de alguien, le necesitaba a él.
Fui a mirar el buzón y había un sobre de color azul cielo, el sello eran unas alas, no ponía por fuera quién lo enviaba así que decidí abrirlo con cuidado y descubrir quién era el remitente. Era una nota muy corta que decía así:
Querida Beck:
Siento mucho no haber podido escribirte antes y darte señales de vida pero he estado algo ocupado. Te echo muchísimo de menos y te prometo que pronto nos veremos.
Te quiero. -A.

Ojalá fuera verdad que pronto volveríamos a vernos. Nada me hacía sentir bien, las pocas veces que salía no disfrutaba.
De repente sentí un escalofrío como si algo hubiera atravesado mi cuerpo. Escuché como una voz me decía: "no debes confiar en nadie", "vigila tu alrededor porque en el momento menos esperado..." me encogí apretándome la tripa con los brazos y cuando los aparté, vi como brotaba la sangre de mi estómago, logré ver cómo una sombra salía por la puerta y yo fui detrás, corriendo como podía, parecía la sombra de una mujer, iba con un mono apretado negro que lo único que dejaba al descubierto eran sus oscuros ojos con reflejos rojizos...

Conseguí alcanzarla, me miró con odio a los ojos, la sangre seguía cayendo y el dolor cada vez era mayor. La mujer se abalanzó sobre mí, pero conseguí tirarla al suelo, no iba a dejar tan fácilmente que me mataran. Le golpeé el estómago y conseguí partirle la nariz con un puñetazo seco, la mujer desprendía ira por sus ojos, cada vez más rojos. Sin darme cuenta me lanzó por los aires hasta que choqué con una vitrina y los cristales partieron parte de mi piel.
Cogí una de esas cortantes piezas y con rapidez me acerqué a la mujer y se lo clavé en el ojo, y no sé cómo, desapareció dejando una nube negra.
Por lo menos ya podía defenderme sola y podía estar al acecho vigilando sobre todo a mis espaldas. Recordé una frase de Astaroth: "los demonios o diablos son tramposos y cobardes" podían aparecer donde y cuando menos te lo esperas.
¿Sería la mujer esa un diablo? ¿Por qué me atacaban? Las preguntas invadían mi mente pero un fuerte pinchazo en la tripa me devolvió a la realidad.
Cogí una venda y apreté con fuerza el estómago, pero comencé a marearme, había perdido mucha sangre y al momento, todo se puso blanco.
¿Me habría equivocado y sí que había sido fácil matarme?

jueves, 16 de octubre de 2014

Criaturas fantásticas.

Capitulo 7:


Sentía pellizcos en mi brazo, cada vez de mayor intensidad, estaba como muerto, sin sangre, poco a poco dejé de sentir el dolor que me producían los dedos que me agarraban. De vez en cuando me daban algún golpe en los pómulos y en la ceja, creo que por diversión pero a pesar de que cada golpe picaba y dolía, era un dolor que muy en el fondo me gustaba y me hacía sentir sed de venganza. La poca fuerza que me quedaba no servía de nada y mis ojos comenzaron a cerrarse mientras en mi mente algo gritaba ¡Ayuda, por favor Astaroth ayúdame! Le necesitaba. No sabía a dónde me llevaban pero cada vez me sentía más débil, estaba claro que si salía de esta iba a empezar a entrenarme porque algo quería ir contra mí. Hace unos días algo me atacó en la carretera e intentó ahogarme en el mar y ahora esto...
Lo último que recuerdo es que mis ojos se cerraron mientras sentía que mi corazón cada vez latía con más fuerza. El dolor era mayor, las manos estaban tan frías que sentí como mi cuerpo entero se congelaba, y en ese preciso momento todo se volvió oscuridad.

Cuando mis ojos se abrieron mi cara estaba húmeda y las heridas de la cara me escocían. No sabía dónde estaba ni tampoco cómo había llegado hasta aquí pero parecía estar a salvo. La vista se me comenzó a aclarar y entonces observé que me encontraba en mi habitación. Me dolía el cuerpo entero, pero unos simples golpes no iban a impedir que no me moviera. Necesitaba ropa para empezar a entrenarme, armas y lo más importante, un lugar. La ropa debía de ser sencilla y cómoda, el pelo me lo recogí en una trenza, de momento entrenaría en el bosque con palos e iría al gimnasio para dar patadas y puñetazos a algún que otro saco de boxeo. No se me ocurría nada mejor pero por lo menos algo mejoraría y podría vengarme si volvían a ir a por mi. ¿Esto era un sueño o me estaba volviendo loca? Ya no sabía lo que pensar.
Necesitaba saber quién me había salvado para agradecérselo de alguna forma pero no había dejado ni una pista. Sonó el teléfono, era una amiga que necesitaba quedar así que acabamos en la cafetería de siempre a las seis tomándonos un batido de mango cada una. No iba a contarle nada de lo sucedido, ni de mi viaje, necesitaba pruebas para saber que Astaroth era real y no un producto de mi imaginación. Lo único malo era mi cuerpo magullado, pero me inventaría una excusa para que no me tomara como una loca.


Mi amiga llegó a la cafetería. Me dio dos besos, puso cara de dolor cuando se fijó en los rasguños y magulladuras de mi cara. Mientras iba por el camino pensé que la excusa perfecta sería que me caí de una moto y en efecto, cuando se lo dije no le dio mayor importancia y comenzó a contarme que le gustaba un chico pero éste pasaba de ella y cuando ella pasaba de él, el chaval le hacía caso... la verdad, no entendía por qué me contaba a mi sus problemas amorosos si nunca me ha llamado ese tema... Entonces pensé en cuando Astaroth y yo juntamos nuestros labios por primera vez... Sacudí la cabeza, no podía permitirme pensar en algo que ni existía. Tenía que olvidar eso y preocuparme por mi vida y los "encapuchados". Cuando terminó de en revesar sus problemas amorosos le miré fijamente a los ojos.
- Nena, creo que deberías decidir tú si realmente merece la pena que pases por todo eso y darte cuenta de que tal vez eso no sea amor...
- ¡Tienes razón Beck! Lo pensaré durante unos días y tomaré una elección. Otra cosa ¡he conseguido trabajo en una tienda de ropa como modelo! - sus ojos estaban brillando de ilusión.
- ¿En serio? Me alegro muchísimo Inés. En nada aparecerás en desfiles de modelos como una de ellas.
Las dos nos reímos un buen rato. Ella era como mi hermana y me encantaba cuidar de ella, era de las únicas personas que realmente me importaba que fuera feliz. Dimos un paseo por la zona antigua de la ciudad, no era muy impresionante y en el fondo algo de cariño le tenía a estas calles. Tenía muchísima suerte de tener a Inés a mi lado y que ella se diera cuenta de que yo estaba al suyo. Me enseñó fotos del chico y era bastante guapo, lo único que esperaba es que no le hiciera daño porque si lo hacía no viviría para contarlo.
Acompañé a mi amiga hasta su casa y luego decidí ir un rato al bosque para empezar mi entrenamiento, sería duro, muy duro y nadie podría atacarme con facilidad en unos meses, no me venían mal algunas aventuras así mi adrenalina comenzaría a actuar de verdad y no tendría piedad alguna pues necesitaba que rodaran unas cuantas cabezas y quemar cuerpos para desahogarme. Sería divertido. Aunque realmente no sabía en lo que me estaba convirtiendo pero me gustaba bastante mi nueva yo. La nueva Beck. Las cosas en muy poco tiempo iban a cambiar con rapidez. El mundo entero iba a cambiar. Pero a pesar de estar cambiando una parte de mí estaba mal por no haberle contado a Inés toda la verdad. Era una auténtica cobarde.

martes, 7 de octubre de 2014

Criaturas fantásticas.

Capitulo 6:


Mi parada. De vuelta a esta ciudad apagada, gris, nada bueno me esperaba al llegar, era una intuición, no me agradaba llegar de nuevo aquí. Nada me ataba a mi ciudad, cada día la notaba más sosa y fría.


El buzón repleto de cartas (la mayoría facturas), el teléfono con mensajes en el contestador, la pesada de mi madre preguntando dónde estaba y por qué no contestaba, mis supuestas "amigas" diciendo que cogiera el teléfono y poco más...
Fui a mi habitación, estaba desordenada como siempre así que deshice la maleta y me puse a recoger. Había libros por los suelos, lapiceros, avalanchas de apuntes, unos auriculares rotos encima de la mesa... Coloqué todo en su sitio correspondiente, lo que me llevó a perder una hora, cosa que me daba igual pues no tenía nada mejor que hacer y mis días solían ser siempre aburridos e iguales.


Puse el móvil a cargar, encendí el ordenador y me puse a escribir lo mucho que echaba de menos a un ser extraño que nadie normal creería que existe. Estaba loca, sí, definitivamente, estaba muy cuerda. Tal vez todo había sido un sueño. Tal vez ni si quiera existía nada y era un producto de mi imaginación... Tal vez... ¿Estaba enamorada realmente? Pero ¿cómo iba a enamorarme de alguien que ni siquiera sabía si era real? Siempre me comía la cabeza con estupideces. Tenía que ver mundo, conocer a gente, ser feliz... Ser feliz... Es una palabra tan bonita y tan difícil a la vez. La felicidad depende de lo que cada persona quiera alcanzar y tenga como meta. Es un concepto tan amplio... Felicidad... Para ti, ¿qué es la felicidad? Creo que la felicidad para mí era cada momento que sentía cerca a Astaroth, pero ya no estaba conmigo y no sabía si iba a verle de nuevo y esa sensación... Si, esa sensación de no tenerle dolía. La felicidad era poder reír con soltura, reír sin fingir, que salga solo. Pero no podía dejar que mi felicidad dependiera de otra persona que no fuera yo misma...
Revisé el correo electrónico y tan sólo había estúpidas cadenas y mensajes de publicidad así que volví al blog a seguir escribiendo mientras el ruido del viento golpeaba la ventana con suavidad.
El sonido del timbre hizo que tuviera que dejar mi escritura apartada. Era mi madre, estaba enfadada, no sabía nada de mí desde hace días y lo único que hizo fue gritarme y estresarse ella sola diciendo que debería haberle comentado que me marchaba unos días, que no podía seguir así, que tenía que hacer de verdad mi vida... y así estuvo hasta que se marchó sin haberse calmado ni un poco. En el fondo tenía algo de razón y eso era lo que más me fastidiaba.
Sentí la necesidad de salir a correr un rato para despejar mi mente o intentar despejarla. Me preparé un batido de frutas variadas, me lo tomé, busqué las mallas que utilizo para hacer ejercicio y una de mis camisetas viejas, me cambié y salí cerrando con doble giro de llave en la puerta principal.
Mientras mis piernas se movían con ligereza noté un pinchazo en mi cabeza, como si algo malo estuviera cerca de mí. Una brisa fría recorrió mi cuerpo y una mano helada que provenía de un ente extraño cubierto con una túnica negra que me arrastraba hacia la oscuridad. No iba a gritar, no iba a servir de nada, comencé a retorcerme hasta dejar uno de mis brazos libres, mi mano fue directa a su pómulo, no sé si me dolió más el golpe a mí que a él, pero se le notaba cabreado y me sujetó con más fuerza. Creía que mi circulación iba a dejar de circular por mis brazos (había conseguido agarrar de nuevo mis dos brazos), mis piernas seguían libres, subí la rodilla hasta dar con su estómago, el golpe hizo que se retorciera pero en seguida aparecieron más extraños con el mismo atuendo que el primero. Yo comencé a correr, pero ellos eran como sombras que me perseguían sin demora, estaba claro que no eran humanos...



Pero entonces...
¿Qué era todo esto?
¿Qué querían de mí?
¿Quiénes eran?
¿Por qué me perseguían a mí?

martes, 19 de agosto de 2014

Criaturas fantásticas

CAPITULO 5:

Estaba muy nerviosa, mi vida en unas horas volvería a ser como antes, este extraño había conseguido sacarme las sonrisas que había dado por perdidas, y este mismo chico me.. había... ¿enamorado? Imposible, el amor no estaba hecho para mí, no, no, no y rotundamente no.
Miré el móvil y tenía dos mensajes, eran de mi ex "tenemos que hablar" "Gracias por pasar de mi ¿eh? Cuando te de la gana me hablas que es importante." ¿De qué iba este gilipollas? Lleva semanas mareándome y ahora me viene con esas... Era hora de actuar yo y decirle que dejara de meterse en mi vida, que ya no era parte de ella y no quería saber nada de él porque tan sólo me hacía daño... Escribí un mensaje y se lo envié. Quería romper a llorar, ¿no se daba cuenta de todo el daño que me estaba haciendo pasar? ¿No se daba cuenta de que me sentía culpable de todo? Era mejor que nuestros caminos se separaran.


Aún quedaba una hora para quedar con Astaroth, pero decidí salir para despejarme un rato.
Comencé a pasear por las orillas de la playa y las lágrimas comenzaron a empapar mi rostro. ¿Cómo el tiempo pasaba tan rápido en lo bueno y parece eterno en lo malo? Seguí pensando y encerrándome en mi mundo de sentimientos contradictorios hasta chocar con alguien. Era él, le abracé tan fuerte que casi pude sentir como se quedaba sin respiración y mis lágrimas comenzaron a empapar su ropa. Astaroth me abrazó mientras me acariciaba con ternura el pelo y me susurró: "tranquila, yo estoy a tu lado", si, ahora estaba a mi lado, pero en unas horas dejaría de estar y probablemente se olvidaría de mí... Estaba asustada y triste. Asustada porque volviera a recaer, volver a la monotonía, al standby, no disfrutar y aprovechar mi vida...



Me llevó andando descalza por la playa hasta llegar a un sitio donde sentía el calor de una llama de fuego encendida. Y por fin pude ver dónde me encontraba, era una cabaña de madera adornada con fogatas. Era muy acogedora. Una mesita de madera adornada con velas, un sofá junto a la leña ardiendo sin temor. Cenamos juntos, sacó una manta y nos tumbamos fuera los dos juntos a mirar las estrellas. Le acaricié el rubio cabello con suavidad, me apoyé sobre su hombro y le di las gracias por todo lo que había hecho por mi y susurrándome que me quería, cerré los ojos y me dormí.
Al despertar me di cuenta de que estaba abrazándole. Estaban comenzando a asomar por la línea del horizonte los rayos del sol así que vimos un precioso amanecer juntos. Me dio un beso en la mejilla, nos levantamos y me acompañó hasta la casa de Fiorella.


Una vez allí comencé a hacer la maleta mientras las lágrimas recorrían mis mejillas. Nunca imaginé una despedida tan dura. El autobús salía a las diez de la mañana, así que terminé de organizar todo, me aseguré de que no me olvidaba nada y cerré la puerta de la habitación.
Fiorella se encontraba en la cocina, fui donde estaba y le abracé con mucho cariño. Le di las gracias por todo lo que había echo por mí y salí a la parada del bus.


En la parada se encontraba Astaroth, esperándome como siempre. Al verle mis ojos comenzaron de nuevo a soltar toda esa tristeza que habitaba en mi interior, él me abrazó como siempre hacía, me acarició el pelo y me besó por última vez.
Subí al autobús y en seguida vi desde la ventanilla cómo todo un mundo diferente se alejaba poco a poco y yo volvía a la realidad.





lunes, 19 de mayo de 2014

Criaturas Fantásticas

Continuación capitulo 4:


Me rodeó más fuerte con sus brazos. De repente se alejó de mi.
- Esto no está bien- dijo preocupado y asustado. - es mejor que vivas bien tu vida...
- Entiendo- bajé la cabeza un poco decepcionada, si todos no intentáramos lo que nos da miedo este mundo posiblemente no existiría. Y viviré mi vida, ya lo estoy haciendo, no debería preocuparte eso.
Él me subió la barbilla y volvió a besarme, esta vez más apasionadamente y me susurró al oído:
- Pero, ¿sabes una cosa? Te quiero. Me dan lo mismo los factores secundarios porque nada ni nadie va a impedir que te quiera. Voy a luchar por estar a tu lado y nunca voy a abandonarte. ¿Y sabes otra cosa? Tu sonrisa es la más bonita del mundo.
Me sonrojé, no supe qué contestar, mis ojos estaban llenos de lágrimas, pero por primera vez, era de felicidad. Le sorprendí esta vez con un beso suave, calmado y le mordí con cuidado el labio inferior. Él se asustó porque no se lo esperaba y no pude evitar soltar una carcajada se había sonrojado.


- Resulta que esa sonrisa sólo existe cuando estás a mi lado. - tan sólo me quedaba dejarme llevar por mis pasiones y dejar a un lado la razón, puede que fuera peligroso, pero merecía la pena.


Se le notaba nervioso así que comencé a darle besos por el cuello. Acto seguido le quité el polo y nos tumbamos en el sofá. Mis manos recorrían su torso desnudo mientras fijamente le miraba a los ojos. Sus manos comenzaron a jugar bajo mi camiseta con el broche de mi sujetador, pero no llegó a desabrocharlo. Se me acercó al oído y me susurró: "estás muy sexy". Y para mis adentros pensé"si vas a ser malo, yo puedo ser peor, también sé jugar a esto".
Volví a darle besos en el cuello mientras mis manos se dirigían lentamente al borde de su pantalón. Noté como su respiración aumentaba el ritmo y pasé de los besos por el cuello a pequeños mordiscos en la oreja y el labio, mientras mis manos iban desabrochando el botón de su pantalón, bajé la cremallera lentamente pero tuve que detenerme pues él me quitó la camiseta.
- Así estamos en igualdad de condiciones - me dijo escondiendo una sonrisilla mientras acariciaba largo pelo. Le quité los pantalones y él hizo lo mismo con mis shorts.
De repente se levantó y fue hacia la cocina. ¿Tendría hambre?
Cuando volvió llevaba un bote de nocilla y un pañuelo con el cual me vendó los ojos, cuando se aseguró de que no veía nada comenzó a untarme la nocilla por el cuerpo. 
- Ogg, voy a vengarme - dije con un hilillo de voz.
- Sisi, te advierto de que vas a tener que ducharte de nuevo. 
- Eres malo - dije con una vocecilla de niña pequeña. 
- No, soy medio diablo.- aprovechó que no veía nada y comenzó a hacerme cosquillas ¡QUÉ HORROR!
Después de untarme la nocilla asegurándose de no manchar el sofá me la quitó como pudo.



Cuando terminó me quitó la venda de los ojos, le besé mientras metía la mano en el bote y se la restregué por el moflete.
- ¿Esa era tu venganza Beck? Puedes ser mucho más mala, lo sé.
- Eso suena a reto... Tú lo has querido, espera sentado.
Esta vez fui yo a la cocina, abrí el congelador, cogí un cubito de hielo y volví al salón. Me tumbé encima de él y comencé a pasarle el cubito por el cuerpo sujetándolo con la boca.




Cuando el hielo se derritió Astaroth me besó, se acerco a mi oreja y me susurró:
- Deberíamos de parar, Fiorella puede llegar en cualquier momento y no será agradable si nos ve en estas condiciones.
Tenía razón, ¡me había olvidado por completo de Fiorella!
Me fui a lavar, nos vestimos, apagué las velas aromáticas y subí las persianas.
- ¿Jugamos a la xbox? Por raro que parezca Fiorella tiene una.
- Por mí encantado. Elige el juego que yo me adapto a todos.
En la estantería encontré el típico juego basado en el contexto de la II Guerra Mundial, íbamos en el mismo bando. Jugamos un par de partidas y Fiorella entró por la puerta principal. Parecía más contenta de lo normal.
- Beck - dijo Astaroth - tengo una sorpresilla para ti esta tarde-noche. Te veo a las ocho y media a las afueras, en el cartel de salida del pueblo. Yo tengo que irme ya.
En cuanto salió por la puerta me di cuenta de que esta era la última noche que pasaba aquí y la despedida sería bastante dura pues quién sabe si nunca volvería a ver a esa criatura fantástica a la que había conocido en cuatro días más que a nadie.

Paolo y Fiorella

Astaroth

Beck

viernes, 25 de abril de 2014

Criaturas Fantásticas

CAPITULO 4:

Al día siguiente Fiorella y yo fuimos temprano a la playa, era un día precioso, el sol brillaba con intensidad, el agua estaba transparente, bandera verde, temperatura agradable, todo era perfecto.
Llevaba un bikini azul marino que contrastaba con mi blanca piel, Fiorella se quedó leyendo un libro debajo de la sombrilla y yo decidí darme un baño.

Nadé un poco para no coger frío pero mientras volvía una mancha negra me tiraba hacia abajo y no me dejaba subir para tomar el aire, estaba quedándome sin oxígeno. Lo último que conseguí ver fue un haz de luz grisácea que se acercaba hacia mi, antes de perder el conocimiento noté como la mancha negra que me tiraba hacia el fondo se marchaba dejándome así libre y entonces perdí la memoria. En el momento en el que pude abrir los ojos me encontraba tumbada en la arena, me incorporé y pude verle ahí, Astaroth me había vuelto a salvar la vida, él estaba sentado en la orilla, las olas acariciaban sus piernas y el viento despeinaba los mechones más largos de su cabello.Me levanté y me senté a su lado a contemplar el horizonte. ¿Cómo podía ser tan perfecto? Su espalda ancha y fuerte, los músculos de sus brazos y pectorales desarrollados, su pelo brillaba con más intensidad y sus ojos... "Mierda" me había quedado embobada mirandole y me sonrojé.No pude evitar acercarme a él y sentarme a su lado para así apoyar mi cabeza en su hombro. Él sonrió y puso su mano encima de la mía. En ese momento las palabras sobraban. Nos miramos fijamente a los ojos pero tuve que apartar la mirada.Estaba llegando la hora de comer y tenía que ayudar a Fiorella a preparar la comida. Ella invitó a Astaroth a quedarse con nosotras y él aceptó la oferta.La comida tenía que ser perfecta, uff no dejaba de pensar en él, ese hormigueo que sentí cuando me cogió de la mano aún seguía divirtiéndose en mi estómago.
Sonó el timbre de la puerta y... ¡Mierda! ¡No me había duchado ni arreglado lo más mínimo! Sólo llevaba una camiseta blanca grande y el bañador mojado debajo.
- Fiorella porfavor entretenle mientras me arreglo. ¡Estoy hecha un desastre!
Fui corriendo a mi habitación, vacié la maleta entera y no encontraba nada decente.
"Joder, Beck, tu ropa es una mierda" me dije a mí misma.
Al final cogí unos shorts vaqueros y una camiseta de color malva. El sujetador y las bragas eran negras a juego ¡¿Dónde coño estaban?! La bolsita de maquillaje, cepillo, champú, acondicionador... ¡Perfecto, ya estaba todo! Cogí el resto de ropa, la metí en un rebullo a la maleta y me fui al cuarto de baño.
Abrí el grifo, me desnudé y me metí en la bañera. Me lavé la cabeza y el cuerpo lo más rápido que pude, me desenjaboné y cuando fui a salir... "¡Oh mierda, la toalla!
-¡Fiorella trae una toalla porfavor!- grité.
Unos pasos se acercaron, dieron unos golpecitos en la puerta "¿Se puede?" dijo una voz masculina.
Era de Astaroth porque no creo que a Fiorella se le hubiera puesto tan grave la voz en unos segundos. Dejó la toalla en el lavabo, me dijo que me esperaba en el salón y se marchó. ¡Qué vergüenza! ¿Por qué no me la había traído Fiorella?
Me sequé rápidamente el cuerpo y me envolví el pelo en la toalla. Me unté crema hidratante, me vestí y me maquillé rápidamente: rimel, raya finita negra,  y pintalabios rojo. Algo sencillo pero bonito.
Me desenredé el pelo y decidí dejármelo al aire para no perder más tiempo.
Decidí no darle importancia a los detalles insignificantes y disfrutar.
La comida estaba en la mesa, todo riquísimo, bromeábamos y nos reíamos mientras terminábamos la comida.
Ayudé a recoger la vajilla y Fiorella nos dijo que había quedado con Paolo para tomar un café juntos así que teníamos que cuidar la casa.
Astaroth se sentó en el sofá, Fiorella se marchó y puse música tranquila bajita. Encendí unas velas, bajé las persianas y me senté a su lado. Nos empezamos a abrazar, le miré a los ojos y sin darnos cuenta estábamos fundiéndonos en un beso cálido y dulce.

Preparé una ensalada variada mientras Fiorella preparaba su especialidad, espaguetis a la boloñesa. Cuando terminé la ensalada me puse a preparar un bizcocho casero.
Entré en el salón y lo primero que vi fue a Astaroth. Iba con unas bermudas blancas y un polo rosa con detalles azules en el cuello. ¡Él tan guapo y yo con una camiseta que se me estaba transparentando todo porque el pelo la mojaba!


 Astaroth

Beck

 Fiorella