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martes, 19 de agosto de 2014

Criaturas fantásticas

CAPITULO 5:

Estaba muy nerviosa, mi vida en unas horas volvería a ser como antes, este extraño había conseguido sacarme las sonrisas que había dado por perdidas, y este mismo chico me.. había... ¿enamorado? Imposible, el amor no estaba hecho para mí, no, no, no y rotundamente no.
Miré el móvil y tenía dos mensajes, eran de mi ex "tenemos que hablar" "Gracias por pasar de mi ¿eh? Cuando te de la gana me hablas que es importante." ¿De qué iba este gilipollas? Lleva semanas mareándome y ahora me viene con esas... Era hora de actuar yo y decirle que dejara de meterse en mi vida, que ya no era parte de ella y no quería saber nada de él porque tan sólo me hacía daño... Escribí un mensaje y se lo envié. Quería romper a llorar, ¿no se daba cuenta de todo el daño que me estaba haciendo pasar? ¿No se daba cuenta de que me sentía culpable de todo? Era mejor que nuestros caminos se separaran.


Aún quedaba una hora para quedar con Astaroth, pero decidí salir para despejarme un rato.
Comencé a pasear por las orillas de la playa y las lágrimas comenzaron a empapar mi rostro. ¿Cómo el tiempo pasaba tan rápido en lo bueno y parece eterno en lo malo? Seguí pensando y encerrándome en mi mundo de sentimientos contradictorios hasta chocar con alguien. Era él, le abracé tan fuerte que casi pude sentir como se quedaba sin respiración y mis lágrimas comenzaron a empapar su ropa. Astaroth me abrazó mientras me acariciaba con ternura el pelo y me susurró: "tranquila, yo estoy a tu lado", si, ahora estaba a mi lado, pero en unas horas dejaría de estar y probablemente se olvidaría de mí... Estaba asustada y triste. Asustada porque volviera a recaer, volver a la monotonía, al standby, no disfrutar y aprovechar mi vida...



Me llevó andando descalza por la playa hasta llegar a un sitio donde sentía el calor de una llama de fuego encendida. Y por fin pude ver dónde me encontraba, era una cabaña de madera adornada con fogatas. Era muy acogedora. Una mesita de madera adornada con velas, un sofá junto a la leña ardiendo sin temor. Cenamos juntos, sacó una manta y nos tumbamos fuera los dos juntos a mirar las estrellas. Le acaricié el rubio cabello con suavidad, me apoyé sobre su hombro y le di las gracias por todo lo que había hecho por mi y susurrándome que me quería, cerré los ojos y me dormí.
Al despertar me di cuenta de que estaba abrazándole. Estaban comenzando a asomar por la línea del horizonte los rayos del sol así que vimos un precioso amanecer juntos. Me dio un beso en la mejilla, nos levantamos y me acompañó hasta la casa de Fiorella.


Una vez allí comencé a hacer la maleta mientras las lágrimas recorrían mis mejillas. Nunca imaginé una despedida tan dura. El autobús salía a las diez de la mañana, así que terminé de organizar todo, me aseguré de que no me olvidaba nada y cerré la puerta de la habitación.
Fiorella se encontraba en la cocina, fui donde estaba y le abracé con mucho cariño. Le di las gracias por todo lo que había echo por mí y salí a la parada del bus.


En la parada se encontraba Astaroth, esperándome como siempre. Al verle mis ojos comenzaron de nuevo a soltar toda esa tristeza que habitaba en mi interior, él me abrazó como siempre hacía, me acarició el pelo y me besó por última vez.
Subí al autobús y en seguida vi desde la ventanilla cómo todo un mundo diferente se alejaba poco a poco y yo volvía a la realidad.





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