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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Criaturas fantásticas.


CAPITULO 8:
Después de entrenarme duro varias semanas y sin ningún tipo de peligro al acecho me vino a la cabeza Astaroth de nuevo. Le echaba de menos... A veces las cosas se complican y lo único que puedes hacer es continuar adelante con una sonrisa, aunque a veces esa sonrisa desaparece. En el fondo sabía que no estaba loca y que existía.
Me sentía sola, sin ganas de nada, necesitaba el cariño de alguien, le necesitaba a él.
Fui a mirar el buzón y había un sobre de color azul cielo, el sello eran unas alas, no ponía por fuera quién lo enviaba así que decidí abrirlo con cuidado y descubrir quién era el remitente. Era una nota muy corta que decía así:
Querida Beck:
Siento mucho no haber podido escribirte antes y darte señales de vida pero he estado algo ocupado. Te echo muchísimo de menos y te prometo que pronto nos veremos.
Te quiero. -A.

Ojalá fuera verdad que pronto volveríamos a vernos. Nada me hacía sentir bien, las pocas veces que salía no disfrutaba.
De repente sentí un escalofrío como si algo hubiera atravesado mi cuerpo. Escuché como una voz me decía: "no debes confiar en nadie", "vigila tu alrededor porque en el momento menos esperado..." me encogí apretándome la tripa con los brazos y cuando los aparté, vi como brotaba la sangre de mi estómago, logré ver cómo una sombra salía por la puerta y yo fui detrás, corriendo como podía, parecía la sombra de una mujer, iba con un mono apretado negro que lo único que dejaba al descubierto eran sus oscuros ojos con reflejos rojizos...

Conseguí alcanzarla, me miró con odio a los ojos, la sangre seguía cayendo y el dolor cada vez era mayor. La mujer se abalanzó sobre mí, pero conseguí tirarla al suelo, no iba a dejar tan fácilmente que me mataran. Le golpeé el estómago y conseguí partirle la nariz con un puñetazo seco, la mujer desprendía ira por sus ojos, cada vez más rojos. Sin darme cuenta me lanzó por los aires hasta que choqué con una vitrina y los cristales partieron parte de mi piel.
Cogí una de esas cortantes piezas y con rapidez me acerqué a la mujer y se lo clavé en el ojo, y no sé cómo, desapareció dejando una nube negra.
Por lo menos ya podía defenderme sola y podía estar al acecho vigilando sobre todo a mis espaldas. Recordé una frase de Astaroth: "los demonios o diablos son tramposos y cobardes" podían aparecer donde y cuando menos te lo esperas.
¿Sería la mujer esa un diablo? ¿Por qué me atacaban? Las preguntas invadían mi mente pero un fuerte pinchazo en la tripa me devolvió a la realidad.
Cogí una venda y apreté con fuerza el estómago, pero comencé a marearme, había perdido mucha sangre y al momento, todo se puso blanco.
¿Me habría equivocado y sí que había sido fácil matarme?

jueves, 16 de octubre de 2014

Criaturas fantásticas.

Capitulo 7:


Sentía pellizcos en mi brazo, cada vez de mayor intensidad, estaba como muerto, sin sangre, poco a poco dejé de sentir el dolor que me producían los dedos que me agarraban. De vez en cuando me daban algún golpe en los pómulos y en la ceja, creo que por diversión pero a pesar de que cada golpe picaba y dolía, era un dolor que muy en el fondo me gustaba y me hacía sentir sed de venganza. La poca fuerza que me quedaba no servía de nada y mis ojos comenzaron a cerrarse mientras en mi mente algo gritaba ¡Ayuda, por favor Astaroth ayúdame! Le necesitaba. No sabía a dónde me llevaban pero cada vez me sentía más débil, estaba claro que si salía de esta iba a empezar a entrenarme porque algo quería ir contra mí. Hace unos días algo me atacó en la carretera e intentó ahogarme en el mar y ahora esto...
Lo último que recuerdo es que mis ojos se cerraron mientras sentía que mi corazón cada vez latía con más fuerza. El dolor era mayor, las manos estaban tan frías que sentí como mi cuerpo entero se congelaba, y en ese preciso momento todo se volvió oscuridad.

Cuando mis ojos se abrieron mi cara estaba húmeda y las heridas de la cara me escocían. No sabía dónde estaba ni tampoco cómo había llegado hasta aquí pero parecía estar a salvo. La vista se me comenzó a aclarar y entonces observé que me encontraba en mi habitación. Me dolía el cuerpo entero, pero unos simples golpes no iban a impedir que no me moviera. Necesitaba ropa para empezar a entrenarme, armas y lo más importante, un lugar. La ropa debía de ser sencilla y cómoda, el pelo me lo recogí en una trenza, de momento entrenaría en el bosque con palos e iría al gimnasio para dar patadas y puñetazos a algún que otro saco de boxeo. No se me ocurría nada mejor pero por lo menos algo mejoraría y podría vengarme si volvían a ir a por mi. ¿Esto era un sueño o me estaba volviendo loca? Ya no sabía lo que pensar.
Necesitaba saber quién me había salvado para agradecérselo de alguna forma pero no había dejado ni una pista. Sonó el teléfono, era una amiga que necesitaba quedar así que acabamos en la cafetería de siempre a las seis tomándonos un batido de mango cada una. No iba a contarle nada de lo sucedido, ni de mi viaje, necesitaba pruebas para saber que Astaroth era real y no un producto de mi imaginación. Lo único malo era mi cuerpo magullado, pero me inventaría una excusa para que no me tomara como una loca.


Mi amiga llegó a la cafetería. Me dio dos besos, puso cara de dolor cuando se fijó en los rasguños y magulladuras de mi cara. Mientras iba por el camino pensé que la excusa perfecta sería que me caí de una moto y en efecto, cuando se lo dije no le dio mayor importancia y comenzó a contarme que le gustaba un chico pero éste pasaba de ella y cuando ella pasaba de él, el chaval le hacía caso... la verdad, no entendía por qué me contaba a mi sus problemas amorosos si nunca me ha llamado ese tema... Entonces pensé en cuando Astaroth y yo juntamos nuestros labios por primera vez... Sacudí la cabeza, no podía permitirme pensar en algo que ni existía. Tenía que olvidar eso y preocuparme por mi vida y los "encapuchados". Cuando terminó de en revesar sus problemas amorosos le miré fijamente a los ojos.
- Nena, creo que deberías decidir tú si realmente merece la pena que pases por todo eso y darte cuenta de que tal vez eso no sea amor...
- ¡Tienes razón Beck! Lo pensaré durante unos días y tomaré una elección. Otra cosa ¡he conseguido trabajo en una tienda de ropa como modelo! - sus ojos estaban brillando de ilusión.
- ¿En serio? Me alegro muchísimo Inés. En nada aparecerás en desfiles de modelos como una de ellas.
Las dos nos reímos un buen rato. Ella era como mi hermana y me encantaba cuidar de ella, era de las únicas personas que realmente me importaba que fuera feliz. Dimos un paseo por la zona antigua de la ciudad, no era muy impresionante y en el fondo algo de cariño le tenía a estas calles. Tenía muchísima suerte de tener a Inés a mi lado y que ella se diera cuenta de que yo estaba al suyo. Me enseñó fotos del chico y era bastante guapo, lo único que esperaba es que no le hiciera daño porque si lo hacía no viviría para contarlo.
Acompañé a mi amiga hasta su casa y luego decidí ir un rato al bosque para empezar mi entrenamiento, sería duro, muy duro y nadie podría atacarme con facilidad en unos meses, no me venían mal algunas aventuras así mi adrenalina comenzaría a actuar de verdad y no tendría piedad alguna pues necesitaba que rodaran unas cuantas cabezas y quemar cuerpos para desahogarme. Sería divertido. Aunque realmente no sabía en lo que me estaba convirtiendo pero me gustaba bastante mi nueva yo. La nueva Beck. Las cosas en muy poco tiempo iban a cambiar con rapidez. El mundo entero iba a cambiar. Pero a pesar de estar cambiando una parte de mí estaba mal por no haberle contado a Inés toda la verdad. Era una auténtica cobarde.

martes, 7 de octubre de 2014

Criaturas fantásticas.

Capitulo 6:


Mi parada. De vuelta a esta ciudad apagada, gris, nada bueno me esperaba al llegar, era una intuición, no me agradaba llegar de nuevo aquí. Nada me ataba a mi ciudad, cada día la notaba más sosa y fría.


El buzón repleto de cartas (la mayoría facturas), el teléfono con mensajes en el contestador, la pesada de mi madre preguntando dónde estaba y por qué no contestaba, mis supuestas "amigas" diciendo que cogiera el teléfono y poco más...
Fui a mi habitación, estaba desordenada como siempre así que deshice la maleta y me puse a recoger. Había libros por los suelos, lapiceros, avalanchas de apuntes, unos auriculares rotos encima de la mesa... Coloqué todo en su sitio correspondiente, lo que me llevó a perder una hora, cosa que me daba igual pues no tenía nada mejor que hacer y mis días solían ser siempre aburridos e iguales.


Puse el móvil a cargar, encendí el ordenador y me puse a escribir lo mucho que echaba de menos a un ser extraño que nadie normal creería que existe. Estaba loca, sí, definitivamente, estaba muy cuerda. Tal vez todo había sido un sueño. Tal vez ni si quiera existía nada y era un producto de mi imaginación... Tal vez... ¿Estaba enamorada realmente? Pero ¿cómo iba a enamorarme de alguien que ni siquiera sabía si era real? Siempre me comía la cabeza con estupideces. Tenía que ver mundo, conocer a gente, ser feliz... Ser feliz... Es una palabra tan bonita y tan difícil a la vez. La felicidad depende de lo que cada persona quiera alcanzar y tenga como meta. Es un concepto tan amplio... Felicidad... Para ti, ¿qué es la felicidad? Creo que la felicidad para mí era cada momento que sentía cerca a Astaroth, pero ya no estaba conmigo y no sabía si iba a verle de nuevo y esa sensación... Si, esa sensación de no tenerle dolía. La felicidad era poder reír con soltura, reír sin fingir, que salga solo. Pero no podía dejar que mi felicidad dependiera de otra persona que no fuera yo misma...
Revisé el correo electrónico y tan sólo había estúpidas cadenas y mensajes de publicidad así que volví al blog a seguir escribiendo mientras el ruido del viento golpeaba la ventana con suavidad.
El sonido del timbre hizo que tuviera que dejar mi escritura apartada. Era mi madre, estaba enfadada, no sabía nada de mí desde hace días y lo único que hizo fue gritarme y estresarse ella sola diciendo que debería haberle comentado que me marchaba unos días, que no podía seguir así, que tenía que hacer de verdad mi vida... y así estuvo hasta que se marchó sin haberse calmado ni un poco. En el fondo tenía algo de razón y eso era lo que más me fastidiaba.
Sentí la necesidad de salir a correr un rato para despejar mi mente o intentar despejarla. Me preparé un batido de frutas variadas, me lo tomé, busqué las mallas que utilizo para hacer ejercicio y una de mis camisetas viejas, me cambié y salí cerrando con doble giro de llave en la puerta principal.
Mientras mis piernas se movían con ligereza noté un pinchazo en mi cabeza, como si algo malo estuviera cerca de mí. Una brisa fría recorrió mi cuerpo y una mano helada que provenía de un ente extraño cubierto con una túnica negra que me arrastraba hacia la oscuridad. No iba a gritar, no iba a servir de nada, comencé a retorcerme hasta dejar uno de mis brazos libres, mi mano fue directa a su pómulo, no sé si me dolió más el golpe a mí que a él, pero se le notaba cabreado y me sujetó con más fuerza. Creía que mi circulación iba a dejar de circular por mis brazos (había conseguido agarrar de nuevo mis dos brazos), mis piernas seguían libres, subí la rodilla hasta dar con su estómago, el golpe hizo que se retorciera pero en seguida aparecieron más extraños con el mismo atuendo que el primero. Yo comencé a correr, pero ellos eran como sombras que me perseguían sin demora, estaba claro que no eran humanos...



Pero entonces...
¿Qué era todo esto?
¿Qué querían de mí?
¿Quiénes eran?
¿Por qué me perseguían a mí?

martes, 19 de agosto de 2014

Criaturas fantásticas

CAPITULO 5:

Estaba muy nerviosa, mi vida en unas horas volvería a ser como antes, este extraño había conseguido sacarme las sonrisas que había dado por perdidas, y este mismo chico me.. había... ¿enamorado? Imposible, el amor no estaba hecho para mí, no, no, no y rotundamente no.
Miré el móvil y tenía dos mensajes, eran de mi ex "tenemos que hablar" "Gracias por pasar de mi ¿eh? Cuando te de la gana me hablas que es importante." ¿De qué iba este gilipollas? Lleva semanas mareándome y ahora me viene con esas... Era hora de actuar yo y decirle que dejara de meterse en mi vida, que ya no era parte de ella y no quería saber nada de él porque tan sólo me hacía daño... Escribí un mensaje y se lo envié. Quería romper a llorar, ¿no se daba cuenta de todo el daño que me estaba haciendo pasar? ¿No se daba cuenta de que me sentía culpable de todo? Era mejor que nuestros caminos se separaran.


Aún quedaba una hora para quedar con Astaroth, pero decidí salir para despejarme un rato.
Comencé a pasear por las orillas de la playa y las lágrimas comenzaron a empapar mi rostro. ¿Cómo el tiempo pasaba tan rápido en lo bueno y parece eterno en lo malo? Seguí pensando y encerrándome en mi mundo de sentimientos contradictorios hasta chocar con alguien. Era él, le abracé tan fuerte que casi pude sentir como se quedaba sin respiración y mis lágrimas comenzaron a empapar su ropa. Astaroth me abrazó mientras me acariciaba con ternura el pelo y me susurró: "tranquila, yo estoy a tu lado", si, ahora estaba a mi lado, pero en unas horas dejaría de estar y probablemente se olvidaría de mí... Estaba asustada y triste. Asustada porque volviera a recaer, volver a la monotonía, al standby, no disfrutar y aprovechar mi vida...



Me llevó andando descalza por la playa hasta llegar a un sitio donde sentía el calor de una llama de fuego encendida. Y por fin pude ver dónde me encontraba, era una cabaña de madera adornada con fogatas. Era muy acogedora. Una mesita de madera adornada con velas, un sofá junto a la leña ardiendo sin temor. Cenamos juntos, sacó una manta y nos tumbamos fuera los dos juntos a mirar las estrellas. Le acaricié el rubio cabello con suavidad, me apoyé sobre su hombro y le di las gracias por todo lo que había hecho por mi y susurrándome que me quería, cerré los ojos y me dormí.
Al despertar me di cuenta de que estaba abrazándole. Estaban comenzando a asomar por la línea del horizonte los rayos del sol así que vimos un precioso amanecer juntos. Me dio un beso en la mejilla, nos levantamos y me acompañó hasta la casa de Fiorella.


Una vez allí comencé a hacer la maleta mientras las lágrimas recorrían mis mejillas. Nunca imaginé una despedida tan dura. El autobús salía a las diez de la mañana, así que terminé de organizar todo, me aseguré de que no me olvidaba nada y cerré la puerta de la habitación.
Fiorella se encontraba en la cocina, fui donde estaba y le abracé con mucho cariño. Le di las gracias por todo lo que había echo por mí y salí a la parada del bus.


En la parada se encontraba Astaroth, esperándome como siempre. Al verle mis ojos comenzaron de nuevo a soltar toda esa tristeza que habitaba en mi interior, él me abrazó como siempre hacía, me acarició el pelo y me besó por última vez.
Subí al autobús y en seguida vi desde la ventanilla cómo todo un mundo diferente se alejaba poco a poco y yo volvía a la realidad.





lunes, 19 de mayo de 2014

Criaturas Fantásticas

Continuación capitulo 4:


Me rodeó más fuerte con sus brazos. De repente se alejó de mi.
- Esto no está bien- dijo preocupado y asustado. - es mejor que vivas bien tu vida...
- Entiendo- bajé la cabeza un poco decepcionada, si todos no intentáramos lo que nos da miedo este mundo posiblemente no existiría. Y viviré mi vida, ya lo estoy haciendo, no debería preocuparte eso.
Él me subió la barbilla y volvió a besarme, esta vez más apasionadamente y me susurró al oído:
- Pero, ¿sabes una cosa? Te quiero. Me dan lo mismo los factores secundarios porque nada ni nadie va a impedir que te quiera. Voy a luchar por estar a tu lado y nunca voy a abandonarte. ¿Y sabes otra cosa? Tu sonrisa es la más bonita del mundo.
Me sonrojé, no supe qué contestar, mis ojos estaban llenos de lágrimas, pero por primera vez, era de felicidad. Le sorprendí esta vez con un beso suave, calmado y le mordí con cuidado el labio inferior. Él se asustó porque no se lo esperaba y no pude evitar soltar una carcajada se había sonrojado.


- Resulta que esa sonrisa sólo existe cuando estás a mi lado. - tan sólo me quedaba dejarme llevar por mis pasiones y dejar a un lado la razón, puede que fuera peligroso, pero merecía la pena.


Se le notaba nervioso así que comencé a darle besos por el cuello. Acto seguido le quité el polo y nos tumbamos en el sofá. Mis manos recorrían su torso desnudo mientras fijamente le miraba a los ojos. Sus manos comenzaron a jugar bajo mi camiseta con el broche de mi sujetador, pero no llegó a desabrocharlo. Se me acercó al oído y me susurró: "estás muy sexy". Y para mis adentros pensé"si vas a ser malo, yo puedo ser peor, también sé jugar a esto".
Volví a darle besos en el cuello mientras mis manos se dirigían lentamente al borde de su pantalón. Noté como su respiración aumentaba el ritmo y pasé de los besos por el cuello a pequeños mordiscos en la oreja y el labio, mientras mis manos iban desabrochando el botón de su pantalón, bajé la cremallera lentamente pero tuve que detenerme pues él me quitó la camiseta.
- Así estamos en igualdad de condiciones - me dijo escondiendo una sonrisilla mientras acariciaba largo pelo. Le quité los pantalones y él hizo lo mismo con mis shorts.
De repente se levantó y fue hacia la cocina. ¿Tendría hambre?
Cuando volvió llevaba un bote de nocilla y un pañuelo con el cual me vendó los ojos, cuando se aseguró de que no veía nada comenzó a untarme la nocilla por el cuerpo. 
- Ogg, voy a vengarme - dije con un hilillo de voz.
- Sisi, te advierto de que vas a tener que ducharte de nuevo. 
- Eres malo - dije con una vocecilla de niña pequeña. 
- No, soy medio diablo.- aprovechó que no veía nada y comenzó a hacerme cosquillas ¡QUÉ HORROR!
Después de untarme la nocilla asegurándose de no manchar el sofá me la quitó como pudo.



Cuando terminó me quitó la venda de los ojos, le besé mientras metía la mano en el bote y se la restregué por el moflete.
- ¿Esa era tu venganza Beck? Puedes ser mucho más mala, lo sé.
- Eso suena a reto... Tú lo has querido, espera sentado.
Esta vez fui yo a la cocina, abrí el congelador, cogí un cubito de hielo y volví al salón. Me tumbé encima de él y comencé a pasarle el cubito por el cuerpo sujetándolo con la boca.




Cuando el hielo se derritió Astaroth me besó, se acerco a mi oreja y me susurró:
- Deberíamos de parar, Fiorella puede llegar en cualquier momento y no será agradable si nos ve en estas condiciones.
Tenía razón, ¡me había olvidado por completo de Fiorella!
Me fui a lavar, nos vestimos, apagué las velas aromáticas y subí las persianas.
- ¿Jugamos a la xbox? Por raro que parezca Fiorella tiene una.
- Por mí encantado. Elige el juego que yo me adapto a todos.
En la estantería encontré el típico juego basado en el contexto de la II Guerra Mundial, íbamos en el mismo bando. Jugamos un par de partidas y Fiorella entró por la puerta principal. Parecía más contenta de lo normal.
- Beck - dijo Astaroth - tengo una sorpresilla para ti esta tarde-noche. Te veo a las ocho y media a las afueras, en el cartel de salida del pueblo. Yo tengo que irme ya.
En cuanto salió por la puerta me di cuenta de que esta era la última noche que pasaba aquí y la despedida sería bastante dura pues quién sabe si nunca volvería a ver a esa criatura fantástica a la que había conocido en cuatro días más que a nadie.

Paolo y Fiorella

Astaroth

Beck

viernes, 25 de abril de 2014

Criaturas Fantásticas

CAPITULO 4:

Al día siguiente Fiorella y yo fuimos temprano a la playa, era un día precioso, el sol brillaba con intensidad, el agua estaba transparente, bandera verde, temperatura agradable, todo era perfecto.
Llevaba un bikini azul marino que contrastaba con mi blanca piel, Fiorella se quedó leyendo un libro debajo de la sombrilla y yo decidí darme un baño.

Nadé un poco para no coger frío pero mientras volvía una mancha negra me tiraba hacia abajo y no me dejaba subir para tomar el aire, estaba quedándome sin oxígeno. Lo último que conseguí ver fue un haz de luz grisácea que se acercaba hacia mi, antes de perder el conocimiento noté como la mancha negra que me tiraba hacia el fondo se marchaba dejándome así libre y entonces perdí la memoria. En el momento en el que pude abrir los ojos me encontraba tumbada en la arena, me incorporé y pude verle ahí, Astaroth me había vuelto a salvar la vida, él estaba sentado en la orilla, las olas acariciaban sus piernas y el viento despeinaba los mechones más largos de su cabello.Me levanté y me senté a su lado a contemplar el horizonte. ¿Cómo podía ser tan perfecto? Su espalda ancha y fuerte, los músculos de sus brazos y pectorales desarrollados, su pelo brillaba con más intensidad y sus ojos... "Mierda" me había quedado embobada mirandole y me sonrojé.No pude evitar acercarme a él y sentarme a su lado para así apoyar mi cabeza en su hombro. Él sonrió y puso su mano encima de la mía. En ese momento las palabras sobraban. Nos miramos fijamente a los ojos pero tuve que apartar la mirada.Estaba llegando la hora de comer y tenía que ayudar a Fiorella a preparar la comida. Ella invitó a Astaroth a quedarse con nosotras y él aceptó la oferta.La comida tenía que ser perfecta, uff no dejaba de pensar en él, ese hormigueo que sentí cuando me cogió de la mano aún seguía divirtiéndose en mi estómago.
Sonó el timbre de la puerta y... ¡Mierda! ¡No me había duchado ni arreglado lo más mínimo! Sólo llevaba una camiseta blanca grande y el bañador mojado debajo.
- Fiorella porfavor entretenle mientras me arreglo. ¡Estoy hecha un desastre!
Fui corriendo a mi habitación, vacié la maleta entera y no encontraba nada decente.
"Joder, Beck, tu ropa es una mierda" me dije a mí misma.
Al final cogí unos shorts vaqueros y una camiseta de color malva. El sujetador y las bragas eran negras a juego ¡¿Dónde coño estaban?! La bolsita de maquillaje, cepillo, champú, acondicionador... ¡Perfecto, ya estaba todo! Cogí el resto de ropa, la metí en un rebullo a la maleta y me fui al cuarto de baño.
Abrí el grifo, me desnudé y me metí en la bañera. Me lavé la cabeza y el cuerpo lo más rápido que pude, me desenjaboné y cuando fui a salir... "¡Oh mierda, la toalla!
-¡Fiorella trae una toalla porfavor!- grité.
Unos pasos se acercaron, dieron unos golpecitos en la puerta "¿Se puede?" dijo una voz masculina.
Era de Astaroth porque no creo que a Fiorella se le hubiera puesto tan grave la voz en unos segundos. Dejó la toalla en el lavabo, me dijo que me esperaba en el salón y se marchó. ¡Qué vergüenza! ¿Por qué no me la había traído Fiorella?
Me sequé rápidamente el cuerpo y me envolví el pelo en la toalla. Me unté crema hidratante, me vestí y me maquillé rápidamente: rimel, raya finita negra,  y pintalabios rojo. Algo sencillo pero bonito.
Me desenredé el pelo y decidí dejármelo al aire para no perder más tiempo.
Decidí no darle importancia a los detalles insignificantes y disfrutar.
La comida estaba en la mesa, todo riquísimo, bromeábamos y nos reíamos mientras terminábamos la comida.
Ayudé a recoger la vajilla y Fiorella nos dijo que había quedado con Paolo para tomar un café juntos así que teníamos que cuidar la casa.
Astaroth se sentó en el sofá, Fiorella se marchó y puse música tranquila bajita. Encendí unas velas, bajé las persianas y me senté a su lado. Nos empezamos a abrazar, le miré a los ojos y sin darnos cuenta estábamos fundiéndonos en un beso cálido y dulce.

Preparé una ensalada variada mientras Fiorella preparaba su especialidad, espaguetis a la boloñesa. Cuando terminé la ensalada me puse a preparar un bizcocho casero.
Entré en el salón y lo primero que vi fue a Astaroth. Iba con unas bermudas blancas y un polo rosa con detalles azules en el cuello. ¡Él tan guapo y yo con una camiseta que se me estaba transparentando todo porque el pelo la mojaba!


 Astaroth

Beck

 Fiorella


martes, 25 de marzo de 2014

Criaturas Fantásticas

CAPITULO 3:
Desperté sobresaltada, me tomé una taza de café y un par de galletas Le dejé una nota a Fiorella: "Me he ido a buscar a Astaroth, volveré pronto." Me puse unos shorts vaqueros y una camiseta azul bastante ancha, me abroché las vans y salí lo más rápido que pude. "¿Dónde se puede encontrar a un "Demang"?"
El pueblo no es muy grande así que no podía resultar muy difícil encontrarle, además a las siete de la mañana no hay mucha gente por las calles, el pueblo estaba dormido.
Por el paseo marítimo no había nadie así que me fui a buscarle por las afueras del pueblo y, en efecto, ahí estaba, tumbado mirando cómo la luna se acostaba por el horizonte, a pesar de que el sol ya brillaba con intensidad aún podía apreciarse una imagen borrosa de la luna.
- ¡Menuda sorpresa! ¿Cómo tú por aquí?- parecía que no le sorprendía nada mi visita.
- Me apetecía hablar contigo. Además tengo unas preguntas que creo que puedes resolverme...
- Dispara, espero que no sean muy difíciles- dijo mientras soltaba una de sus carcajadas.
- Tú eres un "Demang", eres hijo de un demonio y de un ángel, en concreto de Lucifer y de Annaniel.
-¿De dónde te has sacado eso?
- Bueno... Busqué el significado de tu nombre en Internet...
- Pero como mucho pondría que significa "fuerza".
-Sí, en la mayoría de páginas ponía eso pero me enfrasqué en la búsqueda y encontré lo que acabo de contarte...
- Bueno y... ¿Qué más quieres saber?
- Todo acerca de los ángeles y los demonios.
- Sé más concreta...
- ¿De dónde salen los ángeles? Quiero decir... ¿quién y cómo fueron creados?
- En primer lugar, los ángeles fueron creados para mantener el orden, fueron destinados a organizar la vida de cada persona, las personas tienen su línea de vida ya creada, los sucesos que les van pasando están en esa línea de vida y los ángeles se encargan de que se cumplan esos sucesos.
Los ángeles eran espíritus que podían adoptar una forma humana, pero poco a poco se fueron quedando atrapados en ellas. Los diablos nacieron de las cenizas, Lucifer, era un ángel diferente a los demás y fue desterrado por sus ideas y llegó a crear su propio ejército del mal. Los diablos consiguieron entrar también en almas humanas robando sus cuerpos y desorganizando la vida en la tierra.
- Un momento... Entonces... ¿los humanos estamos rodeados de ángeles y diablos?
- Básicamente, si. Desde hace más tiempo que los humanos.
Bueno, continúo, los ángeles y los diablos no pueden morir a no ser que se les clave una espada de fuego que sólo estas criaturas poseemos. Es el único arma que puede utilizarse en las guerras de ángeles contra demonios, pero los diablos hacen trampas, como siempre y tienen sus propias claves secretas que les hace más fuerte.
- Siento interrumpirte de nuevo pero ¿los ángeles tienen alas?
- Si que tenemos pero, pero son invisibles. Si vieras el aura, en los ángeles observarías una luz al rededor de las alas. Pero ni tú ni yo podemos ver el aura de las personas.
- ¿Y los ángeles de la guarda existen?
- ¡Por supuesto! Actúan cada día a todas horas. Lo malo es que los humanos no aprecian su trabajo, pero es normal. Ahora voy a hablarte de mí. Yo tengo mitad de ángel y mitad de diablo y aunque intente controlar esta última parte no puedo. Pero sé que a ti no podría hacerte daño, Becka soy como tu protector.
- ¿Por qué dices como?
- Tienes un protector ya asignado, pero cuando estás en peligro un instinto hace que vaya a protegerte.
- Y ¿existen unas Leyes Angélicas?
- Si, pero son muchas y es difícil cumplir todas... Sobre todo si tienes una parte de diablo.
Hubo un silencio y no se me ocurrió mayor chorrada para decir:
- ¡Ya decía yo que tus ojos no eran normales!
- Jajajaja, puede, si te fijas bien a veces aparece un brillo rojo.

Cada vez que sabía algo más acerca de él más me gustaba y no me daba cuenta de que este sentimiento hacia esa criatura fantástica estaba siendo cada vez más fuerte.
Me sentía como en un cuento, pero en el fondo sabía que era la realidad y en unos días tendría que despedirme de Astaroth y de este fantástico mundo, quien sabe si sería un "hasta siempre".


Alma de un diablo
 
Lucifer sosteniendo a Annaniel muerta.
 
Paseo mar
 
Ángeles con espadas de fuego

Astaroth

Beck

lunes, 24 de marzo de 2014

Criaturas Fantásticas


CAPITULO 2:

Por la mañana vino Fiorella a despertarme, me había preparado el desayuno y sin cortarse ni un poco me preguntó:
-¿Qué tal con el chico ese de ayer?
-Es muy simpático y misterioso, tiene algo que no parece... Humano.
-Jovencita, tienes mucha imaginación. Si no es humano, ¿qué es?
-Tienes razón ¡qué tontería más grande!
En lo único que pensaba era en que necesitaba volver a ver a ese chico, ¿estaba volviéndome loca? No, simplemente estaba a gusto a su lado.
-Becka, tengo que hacer unos recados, ¿me acompañas?
-¡Por supuesto! Así conozco un poco más las calles.
Salimos del apartamento, pasamos por la costa y llegamos a una panadería rústica. Olía a pan recién hecho, a pastelitos y dulces.
Con simpatía el dueño salió a atendernos, era un hombre bajito, con la cara roja y bigote, su tripa que abultaba bajo el delantal que llevaba puesto.
-Vaya vaya Fiorella, ya tienes una acompañante ¿eh?
La voz de ese hombre era graciosa, muy grave y se notaba que imponía respeto pero a la vez simpatía.
-Es muy guapa y joven ¿verdad Paolo?- Fiorella parecía encantada.
- Desde luego que su belleza es deslumbrante, ¡quién volviera a tener esa edad!
El hombre nos atendió y me regaló un pastelillo de vainilla.
Este pueblo era estupendo, todos eran amables y simpáticos, parecía un mundo a parte.
Nos marchamos de la panadería y fuimos a muchas tiendas, a la tintorería, a la fábrica de juguetes de madera, a la carnicería...
Nos acercamos a una ciudad cercana para comprar materiales que necesitaba para una maqueta que Fiorella estaba construyendo durante su tiempo libre. Íbamos por un camino de tierra muy estrecho y un coche a gran velocidad se iba acercando a mí sin dejarme tiempo para moverme, lo tenía enfrente pero algo me empujó hacia el campo de al lado. Alguien me había salvado la vida y Fiorella no había sido, ella no tenía tanta fuerza ni podía moverse tan rápido.
Mi cuerpo estaba lleno de arañazos, de repente, le vi a él. Astaroth me había salvado la vida, había aparecido de la nada. Me ayudó a levantarme y Fiorella vino aterrada donde me encontraba.
Llegamos al pueblo, me curé las heridas y decidí salir a buscar a Astaroth, que en cuanto vio que estaba bien desapareció de nuevo sin poder agradecerle el haberme salvado la vida.
Abrí la puerta y allí estaba Astaroth, nos fuimos a dar una vuelta. Me invitó a un helado de kinder a pesar de que me negué.
-Astaroth, ¿eres humano?- pregunté con timidez
-¡Pues claro que soy humano! ¿Qué iba a ser sino?
-No lo sé... Olvídalo.
Sus ojos seguían brillando, le agradecí que me salvara la vida y para mi sorpresa nos abrazamos. Pero no fue un abrazo típico, no, fue de esos abrazos que expresan cariño, que te hacen ver que no estás sola.
-Beck, prométeme algo, nunca te cansarás de luchar. Sé que no me conoces de nada pero eres fuerte y no quiero que esa sonrisa deje de brillar. Pase lo que pase, lucha, no te rindas.
Astaroth se dio cuenta de que mis ojos se llenaron de lágrimas y volvió a abrazarme, pero esta vez mas fuerte. Me sentí protegida y comencé a llorar.
-¿Cómo sabes lo que me pasa? ¿Cómo te has dado cuenta de que estoy dolida y he pensado dejar de luchar? No encuentro sentido a nada... La vida es una mierda.
-Tranquila, yo estoy a tu lado, desahógate, lucha lo que sea. Pero levántate, una piedra en el camino no debe hacerte caer y que no quieras continuar. Tus ojos me delatan que no lo estás pasando bien.
-Gracias. Por todo.
Cada vez estaba más segura de que este chico no podía ser humano, es fácil darse cuenta de que alguien está mal pero sentía que lo sabía.
Cuando me calmé nos fuimos a pasear por la playa y empezamos a jugar a mojarnos como los niños pequeños.
Comenzó a anochecer y Astaroth me acompaño al apartamento. Cuando llegué ayudé a Fiorella a preparar la cena, cuando terminamos recogimos la vajilla y me fui a mi habitación a buscar el significado de Astaroth en Internet, la curiosidad me corroía por dentro.
En la mayoría de páginas tan solo decía: "proviene del latín, significa fuerte".
Pero después de entrar en varias páginas, en un blog encontré algo diferente. El fondo era una imagen de un ángel blanco luchando contra uno negro y un símbolo extraño, como una estrella de cinco puntas con alguna que otra raya y círculo.
Astaroth: "Criatura sobrenatural. Hijo de un ángel y un diablo.
Dios creó a los ángeles para proteger a los seres humanos de los diablos, criaturas malvadas y crueles.
El ángel Annaniel y el diablo Lucifer (emperador del infierno, rey del mal) tuvieron un hijo al que llamaron Astaroth. Lucifer mató a Annaniel nada más nacer el niño para que se criara sólo de una forma diabólica, pero los genes de su madre seguían allí."
No podía creer lo que estaba leyendo. Hoy en día ya nadie cree en los ángeles, sin embargo creen en el diablo. La verdad no los culpo, basta con ver el día a día, tendemos a ver sólo lo malo, pero sobre todo se refleja en las noticias. Resulta difícil creer en Dios o en los ángeles ante una imagen de una guerra o un catástrofe natural pero... Pero ahora creía en los ángeles, yo conocía a un "Demang" (así se llama la mezcla de un demonio y un ángel). Los ángeles existían y existen desde siempre.
Me quedé dormida con el portátil encendido a los pies de la cama, había sido un día duro y tenía muchas preguntas para Astaroth. ¿Un ángel puede morir,? Yo creía que eran inmortales, sin embargo Lucifer mató a su madre... ¿Los ángeles no son espíritus? Está claro que no, a no ser que puedan obtener un cuerpo humano para bajar a la tierra... ¿Tienen leyes angélicas? Algo así como un orden para vivir o algo así.
Y lo más importante... Si un ángel te da la espalda, ¿en quién confías?
Beck

Paolo
 
Astaroth

Camino estrecho
Annaniel
 

Lucifer

Símbolo

domingo, 23 de marzo de 2014

Criaturas Fantásticas


CAPITULO 1

Desperté con un nudo en la garganta, mis ojos estaban hinchados de tanto llorar, notaba que el cuerpo me pesaba más de lo normal, mis movimientos eran lentos y torpes, parecía que no había dormido en toda la semana y la verdad es que no era del todo falso. Me encontraba sola, con un vacío en mi interior, aún no podía creerme que acabásemos de esa manera, todos esos meses con él sólo habían servido de engaño. Yo luché por él, pero no me quiso tanto como pensaba.
Estaba ya cansada de tener siempre el mismo final, esto empezaba a dejar de tener sentido para mí.
Decidí darme una ducha rápida para despejarme un poco y después salir a correr "tal vez salir un rato no me venga mal" pensé.
El deporte era lo único que conseguía desahogarme y evadirme de todo, me puse un chándal, cogí el móvil y los auriculares, cerré la puerta de mi apartamento y comencé a mover mis piernas aumentando poco a poco la velocidad.
La ciudad en la que vivo no es de las más bonitas, pero tiene su encanto que la hace especial. Los edificios no son ni muy antiguos ni tienen infraestructuras novedosas pero llevar mucho tiempo en un lugar te hace apreciar hasta el más mínimo detalle.
Cada canción que sonaba por mis oídos me recordaba a él, ¿cómo pude decirle que necesitaba un tiempo? ¿en qué estaba pensando? Pero sin duda alguna lo peor fue cuando me dijo que podíamos ser amigos, unos días mas tarde me dio esperanzas para poder recuperar la confianza, pero él no se sentía a gusto y me dijo que deberíamos seguir de amigos, a la noche me mandó un SMS diciéndome que lo mejor para los dos iba a ser dejarnos de hablar... Y así durante unas semanas. Me sentía utilizada, pero con el tiempo dicen que todo se supera.
Los ojos se me inundaron de lágrimas, pero me las contuve, no podía seguir llorando a todas horas.
Después de darle vueltas a todo decidí que para no lastimarme debía cerrar mis sentimientos, no debía esperar nada de nadie, entendí que la soledad era mi único acompañante en la vida.
Al llegar al apartamento me preparé una taza de café con leche y mis tres cucharaditas de azúcar, y me puse a estudiar. En la universidad no me iba del todo mal, opté al final por estudiar magisterio acertando en que iba a gustarme.
No me concentraba mucho estudiando y me puse a mirar escapadas de unos días a lugares tranquilos. Encontré un pueblecito no muy lejos de mi ciudad, tenía una preciosa playa pero casi nadie visitaba ese lugar. Decidí irme esa misma tarde y permanecer unos días para despejarme e intentar olvidar, pero en esta vida pocas cosas se olvidan cuando te marcan.
Durante el viaje coincidí con un chico, alto, rubio y bastante guapo. Parecía ocultar su "verdadero yo", pero sus ojos me gritaban ayuda. No entendía nada, pero me hizo reír y ya casi había olvidado lo que se sentía al no fingir una sonrisa.
Para mi sorpresa, los dos íbamos al mismo paradero, pero nada más bajar del bus, el chico desapareció sin ni siquiera haberle podido preguntar su nombre.
La casa en la cual iba a alojarme se encontraba encima de una pequeñita montaña rocosa desde la cual había vistas a la preciosa playa. Por fuera parecía acogedora y grande, me recordaba al decorado ibicenco puesto que era blanca.
Llamé a la puerta y una señora mayor amablemente me abrió la puerta.
-Así que tú eres la jovencita que va a hacerme compañía unos días. Dijo la señora con amabilidad.-venga por aquí preciosa, voy a mostrarle su habitación en la cual podrá acomodarse, espero que sea de agrado.
Tras abrir la puerta de la habitación la dulce anciana se marchó al salón. Los decorados de la habitación daban una sensación de calma, los muebles eran de mimbre, la pared tenía un color verde manzana (muy clarita), un enorme ventanal redondo que ocupaba gran parte de una de las paredes adornado con una cortina sedosa de color claro y una pequeña terraza decorada con flores que daba un toque victoriano a la habitación.
Una vez instalada decidí agradecer a la amable señora el haberme permitido alojarme en su humilde morada.
La encontré sentada en una hamaca balanceándose mientras sostenía un libro de poesía entre sus manos.
-La habitación es preciosa y las vistas son increíbles. Gracias por su hospitalidad.
-No hay por qué dar las gracias. Me alegro de que te guste, espero que te sirvan para descansar estos días y alejarte de tus preocupaciones.
Esa última frase me dejó impactada, supongo que era fácil de suponer, al ser una chica joven e irme sola...
-Por cierto, ¿cómo se llama?- La verdad me daba vergüenza no saber el nombre de la señora que me alojaba.
-Puedes llamarme Fiorella.
-Encan...- antes de poder terminar la palabra, alguien llamó en la puerta de entrada.
Fiorella fue a abrir la puerta, yo me quedé observando por detrás y para mi sorpresa el chico del autobús estaba ahí delante, con una cesta en una mano.
-¡Buenas noches mi dulce compañera! Espero no parecer muy osado pero ¿podría darme el honor de poder compartir conmigo esta simple cena mientras divisamos el ocaso en la playa?
Por un momento dudé, era un chico raro, pero tenía algo que me hacía sentir cómoda cuando estaba cerca de él, tampoco me parecía bien dejar a Fiorella sola, pero esta me lanzó una mirada de "¡Adelante, no desperdicies la oportunidad!".
La verdad es que todo era muy surrealista, este loco que no me conocía de nada me había invitado a un pic-nic y yo había aceptado.
Cuando llegamos a la playa nos sentamos en la fresca y suave arena, yo me quité las sandalias. Iba con un vestido blanco que me encantaba. El sonido de las olas y de algunas gaviotas ambientando el momento.
-Tan sólo he preparado unos sandwiches y algo de fruta, espero que te guste.
-Tengo una pregunta para ti, ¿cómo has sabido dónde me alojaba? ¿Me has seguido?
-Te puedo asegurar que no te he seguido, pero no puedo decirte cómo lo he averiguado. Prefiero dejarte con la intriga.
-Eres un chico muy misterioso. ¿Por qué he de creer que no me has seguido?- cuando terminé la frase me di cuenta de lo dura que estaba siendo, tenía que disfrutar de la velada.
-Puedes creerme por que te doy mi palabra por la cual reafirmo que jamás haría tal barbaridad.
Hubo un momento de silencio, le miré a los ojos, eran de un color verdoso pero parecía de otro planeta y a la luz de las velas que había colocado en la arena eran aun más asombrosos.
-Por cierto, no sé como te llamas, ¿o eso también quieres dejarlo en misterio?- dije sonriendo.
-La verdad, me has pillado, no iba a decírtelo pero puedes llamarme Astaroth.
-Bonito nombre, Astaroth, yo soy Rebecka, pero puedes llamarme Becka o Beck.
Después de un largo rato hablando y riendo decidimos volver a nuestras respectivas casas. Astaroth me acompañó hasta la puerta del apartamento de Fiorella.
Cada segundo que pasaba me preguntaba de dónde había salido aquel chico tan increíblemente misterioso.
Nada mas llegar a la habitación caí rendida en la cama pensando en Astaroth, todo era muy extraño.
Beck

Astaroth

El pueblo

Fiorella

Vestido blanco de Beck

sábado, 1 de marzo de 2014

El Contagio (epílogo)

Epílogo

Nada volvió a ser como antes, años después Leo intentó suicidarse varias veces por el dolor que le causaban los recuerdos de la escena de Nymeria con el cuchillo, pero consiguieron salvar su vida los guardias de Varek y lo encerraron el celdas cada vez más reforzadas, sus intentos de escape eran nulos, no tenía motivos para vivir pero a “los otros” les encantaba verle sufrir, ya fuera con trabajos forzosos o con daños psicológicos.
Era un humano, por mucho que intentara levantarse, volvía a caer, no podía soportar el peso de esas imágenes que todas las noches su subconsciente reproducía en modo de sueños, dolor era lo único que sentía y cada día que pasaba era peor, por mucho que intentara pensar que sólo había sido una horrible pesadilla no conseguía engañarse a sí mismo, el hondo agujero que había dentro de sí mismo no lo podía cerrar.


Decidieron llevarlo a un manicomio especial para tenerlo mejor vigilado e intentar borrarle de la memoria todo lo ocurrido. Era mejor no contagiarle porque en su forma humana podía llegar a ser mucho más útil.

La vida de este muchacho podría cambiar de nuevo, acabar junto a Nymeria en otro lugar mejor, si es que lo hubiere o seguir viviendo sin sentido o tal vez escapar y encontrar otros humanos hasta crear una rebelión. Lo único que él sabía es que no la olvidaría nunca y que necesitaba estar junto a ella, aunque tal vez todo fue un producto de su imaginación y realmente estaba loco.

viernes, 14 de febrero de 2014

El Contagio (9)

Capitulo 9: ¿El final?

Nymeria tenía los ojos vendados, no sabía muy bien qué había pasado ni dónde estaba. Los infectados iban a contagiarles o a matarlos, tal vez este fuera su final...
Le estaban quitando la ropa, iban a limpiar toda la suciedad de su cuerpo, no tenía sentido que la trataran tan bien. ¡Hasta le echaron aceite corporal! No se sentía muy cómoda mientras otros le tocaban su cuerpo desnudo... Se oyó una voz masculina, era de Varek pero no pareció entrar en la sala en la cual Nymeria se encontraba. La vistieron, sintió que algo muy suave, corto y con encaje cubría su cuerpo.
Mientras, Charlie y Leo estaban destrozados por los latigazos y palizas en general. Leo se dio cuenta de que su hermano se estaba empezando a convertir en un contagiado por aquel mordisco en su brazo, por mucho que intentara luchar contra el contagio cada vez se hacía más fuerte, sus ojos ya no eran verdes sino que cada vez se iban poniendo de un color más oscuros y algo rojizos.
Nymeria quería morir, su amigo no era el mismo, no debió exponer a los hermanos a tanto peligro y ahora no estarían matándolos lentamente.
¿Por qué no le quitaban ya esa estúpida venda de los ojos?
Sintió que alguien estaba muy cerca de ella, le desató la venda de los ojos y le besó, ella no pudo evitar apartarse.
-Será mejor que no te resistas, puedo dejarte vivir y soltar a tus amigos, o mataros a todos. Tú elijes.
¡Ahora entendía todo! Varek era el que creó el virus y podía controlar a los contagiados, era como el amo del mundo y tan sólo tenía sed de poder, si él moría, los infectados dejarían de estar bajo su dominio. Nymeria no tenía otra posibilidad que seguir el juego de Varek.
En los establos vacíos se encontraban Charlie y Leo, peleando entre ellos con sus armas duramente, era un combate a muerte. Leo estaba agotado y dolido, sin embargo su hermano era más y más fuerte, lanzó a su contrincante por los aires, la cabeza de Leo comenzó a sangrar. Leo recordó lo que una vez le dijo a Nymeria, "lucharé por ti, hasta la muerte, no dejaré que nada malo te pase". Era tal la furia que tenía contenida que se olvidó del dolor de las heridas y se abalanzó sobre su hermano hasta que le clavó en el cuello un trozo de lanza que había encontrado en el establo. Su hermano abrió los ojos, se tambaleó, antes de caer fuertemente contra el suelo dijo unas palabras que hicieron que Leo llorara amargamente, simplemente fue un: "te quiero hermano".
Nymeria estaba semi-desnuda en una cama, Varek estaba muy cerca de ella, comenzó a besar sus labios y su cuerpo con pasión aunque Nymeria no contestaba de la misma forma, es más sus ojos comenzaron a derramar lágrimas, probablemente Leo estuviera ya muerto y todo por su culpa, ese sentimiento le hizo pensar en el suicidio. En una mesita que había al lado de la cama encontró una navaja. Sin que Varek se diera cuenta la cogió y se la clavó en el estómago a si misma, en ese momento, Leo apareció por la puerta, había conseguido burlar a los guardias y entrar en la habitación en la cual Nymeria se encontraba, estas fueron las últimas palabras que pudo decir:
-Leo, siento todo lo ocurrido.- y acto seguido comenzó a ver puntos negros flotando delante de sus ojos que bailan, se expanden y se funden creciendo hasta que todo el mundo es un punto negro, la sangre de su pecho salía a borbotones, lo ultimo que oye es el llanto de Leo, le cogió la mano y mientras sus ojos se cerraron para siempre.
Varek había llamado a sus guardias mientras ocurría esta escena y se llevaron a Leo.

martes, 28 de enero de 2014

El Contagio (8)

Capitulo 8: Esperanzas rotas

Nymeria estaba dolida por lo que le había dicho a su amigo. Toda esta situación le había hecho mucho más fría y sentir algo por alguien tan solo complicaría todo mucho más. Charlie intentaba animar a su hermano pero era muy difícil. Realmente le había partido el corazón a Leo y eso que éste intentaba ocultar cómo se sentía realmente.
¿Merecía la pena seguir deambulando de un lugar a otro exponiendo en peligro todas sus vidas sin avanzar lo más mínimo en la búsqueda de cómo parar el contagio y reconstruir el mundo? No. Eso no iba a pasar. El mundo estaba destinado desde que se creó a ser destruido. Como todo. Todo tiene su final y o mejor que podían hacer era aceptar su destino, morir y caer en el olvido como tantos otros lo habían hecho anteriormente.
Lo único por lo que merecía la pena seguir viviendo para Nymeria era conseguir que Varek volviera a ser un humano normal y corriente con la esperanza de poder utilizar el mismo método para el resto de contagiados... Y en efecto, Varek estaba mejorando mucho con su enfermedad, pero Leo y Charlie seguían sin confiar mucho en él.
Mientras caminaban un animal extraño parecido a un lobo salvaje con rabia les atacó y Varek sin contemplaciones se acercó con su hacha y lo hizo añicos sin ningún tipo de problemas.
Nymeria estaba muy orgullosa de su amigo, pero pronto pasaría algo que ninguno imaginó...
Salieron del bosque de cenizas y encontraron cerca los restos de un pequeño pueblo que estaba deshabitado, entraron en las casas para coger comida y reponer armas.
Varek estaba muy serio, llevaba escuchando unas pisadas desde hace tiempo y no eran de ninguno de sus compañeros pero no veía a nadie más, sentía que alguien les seguía y observaba desde que él apareció.
El tiempo cada vez era más frío, si se quedaban parados durante mucho tiempo sus músculos se atrofiaban y no podían casi ni andar...
Charlie seguía infectado por dentro y a veces le daban ataques de ira, pero intentaba retenerlos y que nadie los notara. Varek sabía lo que sentía, estaba en una situación parecida pero sólo él sabía lo que iba a suceder unos días después.
Pasaron los días y Varek guiaba a su grupo de "amigos" al lugar donde podrían encontrar la muerte pero obviamente, ellos no tenían ni idea.
Charlie iba a peor con la enfermedad y no conseguía controlarse, pensó varias veces en suicidarse para no tener la tentación de hacer daño a nadie, pero sabía que su hermano no lo entendería y le arrebataría lo único que realmente le quedaba.
Varek sin embargo parecía mostrarles ayuda y protección, aunque, las apariencias como tantas otras veces engañan.
Los alimentos escaseaban y cada día estaban más cansados de andar, entre el frío y el hambre todo se complicaba.
Llegaron a un extraño paradero con edificios oscuros y muy altos cuando de repente, unos hombres enmascarados cogieron por sorpresa a Nymeria y rodearon a Leo y a Charlie.
Varek se unió a los enmascarados, ¡les había tendido una trampa!
Les taparon la boca con un pañuelo, Varek comenzó a reír forzosamente.
-¡Latigazos! ¡Dadles latigazos a esos dos! Dejadme a mi a la chica.
Mientras los enmascarados quitaban las ropas a Charlie y a su hermano, Varek se acercaba a Nymeria y Leo estalló de furia.
No soportaba pensar lo que le haría a Nymeria, se la estaban llevando y aunque intentó soltarse, las cuerdas que agarraban sus manos estaban reforzadas con una sustancia creada por los infectados la cual era imposible de romper.
Tal vez había llegado la hora de dejar este mundo.


lunes, 27 de enero de 2014

El Contagio (7)

Capitulo 7: Recuerdos y celos.

Nymeria intentaba que Varek recordara los momentos que habían pasado juntos para evitar que la infección fuera a peor.
Mientras, Leo miraba con recelo a Nymeria, no confiaba nada en Varek; aunque fuera su amigo seguía siendo un infectado.
Charlie que se daba cuenta de lo que estaba pasando su hermano intentaba distraerle y viendo que no servía de nada, decidió ir a hablar con Nymeria.
-¡Nymeria! Tengo que hablar contigo, es importante.
-¿Qué ocurre Charlie?
-Es sobre mi hermano. Al pasar tanto tiempo con Varek, Leo se siente un poco abandonado, deberías hablar con él, tu amigo parece que ha mejorado bastante...
-Vaya... No sabía que Leo estuviera mal, pero hablaré con él a solas...
Nymeria se distanció hasta la noche de todos, necesitaba pensar lo que Charlie le había dicho, no quería que Leo lo pasara mal y mucho menos por su culpa, esta noche hablaría con él.
-Leo, ¿podemos hablar un momento?
-¡Por supuesto! ¿Pasa algo? Pareces un poco preocupada...
-Siento mucho pasar tanto rato con Varek, quiero ayudar a mi amigo, pero sólo somos amigos.
-Lo sé Nymeria, pero hay algo que no me gusta de ese chico. No quiero perderte.
Esas palabras asustaron a Nymeria, miró a los ojos a su amigo, seguían igual de brillantes que cuando lo conoció, ¿estaría enamorándose de ella?
-Leo, gracias por todo lo que has hecho por mi, has estado a mi lado siempre que lo he necesitado y siento no haberme dado cuenta de como te sentías. Es normal que no confíes en Varek.
-No es que no confíe, es que tiene algo...
-Es un completo desconocido para ti, siento haberte hecho daño sin darme cuenta...
-El daño me lo he hecho yo mismo, pero necesitaba hablarlo con alguien aunque ni yo entienda lo que me pasa. Nymeria, te necesito a mi lado, si algo malo te pasara nunca me lo perdonaría.
Leo no sabía como decirle que le quería, que necesitaba su sonrisa para poder vivir, que sin ella todo perdía sentido, había iluminado su vida a pesar de todo lo que había pasado, por primera vez, sentía algo así por una persona.
Esto hizo que Nymeria afirmara para sí misma lo que antes había deducido, realmente estaba enamorándose de ella...
- Lo siento, pero no sé si a lo que te refieres es a que me quieres y eso no me gusta... Es mas, no puedo sentir eso por nadie, hace mucho tiempo que dejé de sentir cosas así, en esta situación aún menos. A cualquiera de los dos nos podrían contagiar y el otro estaría mal porque algo le faltaría...