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lunes, 19 de mayo de 2014

Criaturas Fantásticas

Continuación capitulo 4:


Me rodeó más fuerte con sus brazos. De repente se alejó de mi.
- Esto no está bien- dijo preocupado y asustado. - es mejor que vivas bien tu vida...
- Entiendo- bajé la cabeza un poco decepcionada, si todos no intentáramos lo que nos da miedo este mundo posiblemente no existiría. Y viviré mi vida, ya lo estoy haciendo, no debería preocuparte eso.
Él me subió la barbilla y volvió a besarme, esta vez más apasionadamente y me susurró al oído:
- Pero, ¿sabes una cosa? Te quiero. Me dan lo mismo los factores secundarios porque nada ni nadie va a impedir que te quiera. Voy a luchar por estar a tu lado y nunca voy a abandonarte. ¿Y sabes otra cosa? Tu sonrisa es la más bonita del mundo.
Me sonrojé, no supe qué contestar, mis ojos estaban llenos de lágrimas, pero por primera vez, era de felicidad. Le sorprendí esta vez con un beso suave, calmado y le mordí con cuidado el labio inferior. Él se asustó porque no se lo esperaba y no pude evitar soltar una carcajada se había sonrojado.


- Resulta que esa sonrisa sólo existe cuando estás a mi lado. - tan sólo me quedaba dejarme llevar por mis pasiones y dejar a un lado la razón, puede que fuera peligroso, pero merecía la pena.


Se le notaba nervioso así que comencé a darle besos por el cuello. Acto seguido le quité el polo y nos tumbamos en el sofá. Mis manos recorrían su torso desnudo mientras fijamente le miraba a los ojos. Sus manos comenzaron a jugar bajo mi camiseta con el broche de mi sujetador, pero no llegó a desabrocharlo. Se me acercó al oído y me susurró: "estás muy sexy". Y para mis adentros pensé"si vas a ser malo, yo puedo ser peor, también sé jugar a esto".
Volví a darle besos en el cuello mientras mis manos se dirigían lentamente al borde de su pantalón. Noté como su respiración aumentaba el ritmo y pasé de los besos por el cuello a pequeños mordiscos en la oreja y el labio, mientras mis manos iban desabrochando el botón de su pantalón, bajé la cremallera lentamente pero tuve que detenerme pues él me quitó la camiseta.
- Así estamos en igualdad de condiciones - me dijo escondiendo una sonrisilla mientras acariciaba largo pelo. Le quité los pantalones y él hizo lo mismo con mis shorts.
De repente se levantó y fue hacia la cocina. ¿Tendría hambre?
Cuando volvió llevaba un bote de nocilla y un pañuelo con el cual me vendó los ojos, cuando se aseguró de que no veía nada comenzó a untarme la nocilla por el cuerpo. 
- Ogg, voy a vengarme - dije con un hilillo de voz.
- Sisi, te advierto de que vas a tener que ducharte de nuevo. 
- Eres malo - dije con una vocecilla de niña pequeña. 
- No, soy medio diablo.- aprovechó que no veía nada y comenzó a hacerme cosquillas ¡QUÉ HORROR!
Después de untarme la nocilla asegurándose de no manchar el sofá me la quitó como pudo.



Cuando terminó me quitó la venda de los ojos, le besé mientras metía la mano en el bote y se la restregué por el moflete.
- ¿Esa era tu venganza Beck? Puedes ser mucho más mala, lo sé.
- Eso suena a reto... Tú lo has querido, espera sentado.
Esta vez fui yo a la cocina, abrí el congelador, cogí un cubito de hielo y volví al salón. Me tumbé encima de él y comencé a pasarle el cubito por el cuerpo sujetándolo con la boca.




Cuando el hielo se derritió Astaroth me besó, se acerco a mi oreja y me susurró:
- Deberíamos de parar, Fiorella puede llegar en cualquier momento y no será agradable si nos ve en estas condiciones.
Tenía razón, ¡me había olvidado por completo de Fiorella!
Me fui a lavar, nos vestimos, apagué las velas aromáticas y subí las persianas.
- ¿Jugamos a la xbox? Por raro que parezca Fiorella tiene una.
- Por mí encantado. Elige el juego que yo me adapto a todos.
En la estantería encontré el típico juego basado en el contexto de la II Guerra Mundial, íbamos en el mismo bando. Jugamos un par de partidas y Fiorella entró por la puerta principal. Parecía más contenta de lo normal.
- Beck - dijo Astaroth - tengo una sorpresilla para ti esta tarde-noche. Te veo a las ocho y media a las afueras, en el cartel de salida del pueblo. Yo tengo que irme ya.
En cuanto salió por la puerta me di cuenta de que esta era la última noche que pasaba aquí y la despedida sería bastante dura pues quién sabe si nunca volvería a ver a esa criatura fantástica a la que había conocido en cuatro días más que a nadie.

Paolo y Fiorella

Astaroth

Beck