Sentía pellizcos en mi brazo, cada vez de mayor intensidad, estaba como
muerto, sin sangre, poco a poco dejé de sentir el dolor que me producían los
dedos que me agarraban. De vez en cuando me daban algún golpe en los pómulos y
en la ceja, creo que por diversión pero a pesar de que cada golpe picaba y
dolía, era un dolor que muy en el fondo me gustaba y me hacía sentir sed de
venganza. La poca fuerza que me quedaba no servía de nada y mis ojos comenzaron
a cerrarse mientras en mi mente algo gritaba ¡Ayuda, por favor Astaroth
ayúdame! Le necesitaba. No sabía a dónde me llevaban pero cada vez me sentía
más débil, estaba claro que si salía de esta iba a empezar a entrenarme porque
algo quería ir contra mí. Hace unos días algo me atacó en la carretera e
intentó ahogarme en el mar y ahora esto...
Lo último que recuerdo es que mis ojos se cerraron mientras sentía que mi
corazón cada vez latía con más fuerza. El dolor era mayor, las manos estaban
tan frías que sentí como mi cuerpo entero se congelaba, y en ese preciso
momento todo se volvió oscuridad.
Cuando mis ojos se abrieron mi cara estaba húmeda y las heridas de la cara
me escocían. No sabía dónde estaba ni tampoco cómo había llegado hasta aquí
pero parecía estar a salvo. La vista se me comenzó a aclarar y entonces observé
que me encontraba en mi habitación. Me dolía el cuerpo entero, pero unos
simples golpes no iban a impedir que no me moviera. Necesitaba ropa para
empezar a entrenarme, armas y lo más importante, un lugar. La ropa debía de ser
sencilla y cómoda, el pelo me lo recogí en una trenza, de momento entrenaría en
el bosque con palos e iría al gimnasio para dar patadas y puñetazos a algún que
otro saco de boxeo. No se me ocurría nada mejor pero por lo menos algo
mejoraría y podría vengarme si volvían a ir a por mi. ¿Esto era un sueño o me
estaba volviendo loca? Ya no sabía lo que pensar.
Necesitaba saber quién me había salvado para agradecérselo de alguna forma
pero no había dejado ni una pista. Sonó el teléfono, era una amiga que
necesitaba quedar así que acabamos en la cafetería de siempre a las seis
tomándonos un batido de mango cada una. No iba a contarle nada de lo sucedido,
ni de mi viaje, necesitaba pruebas para saber que Astaroth era real y no un
producto de mi imaginación. Lo único malo era mi cuerpo magullado, pero me
inventaría una excusa para que no me tomara como una loca.
Mi amiga llegó a la cafetería. Me dio dos besos, puso cara de dolor cuando
se fijó en los rasguños y magulladuras de mi cara. Mientras iba por el camino
pensé que la excusa perfecta sería que me caí de una moto y en efecto, cuando
se lo dije no le dio mayor importancia y comenzó a contarme que le gustaba un
chico pero éste pasaba de ella y cuando ella pasaba de él, el chaval le hacía
caso... la verdad, no entendía por qué me contaba a mi sus problemas amorosos
si nunca me ha llamado ese tema... Entonces pensé en cuando Astaroth y yo
juntamos nuestros labios por primera vez... Sacudí la cabeza, no podía
permitirme pensar en algo que ni existía. Tenía que olvidar eso y preocuparme
por mi vida y los "encapuchados". Cuando terminó de en revesar
sus problemas amorosos le miré fijamente a los ojos.
- Nena, creo que deberías decidir tú si realmente merece la pena que pases por
todo eso y darte cuenta de que tal vez eso no sea amor...
- ¡Tienes razón Beck! Lo pensaré durante unos días y tomaré una elección. Otra
cosa ¡he conseguido trabajo en una tienda de ropa como modelo! - sus ojos
estaban brillando de ilusión.
- ¿En serio? Me alegro muchísimo Inés. En nada aparecerás en desfiles de
modelos como una de ellas.
Las dos nos reímos un buen rato. Ella era como mi hermana y me encantaba cuidar
de ella, era de las únicas personas que realmente me importaba que fuera feliz.
Dimos un paseo por la zona antigua de la ciudad, no era muy impresionante y en
el fondo algo de cariño le tenía a estas calles. Tenía muchísima suerte de
tener a Inés a mi lado y que ella se diera cuenta de que yo estaba al suyo. Me
enseñó fotos del chico y era bastante guapo, lo único que esperaba es que no le
hiciera daño porque si lo hacía no viviría para contarlo.
Acompañé a mi amiga hasta su casa y luego decidí ir un rato al bosque para
empezar mi entrenamiento, sería duro, muy duro y nadie podría atacarme con
facilidad en unos meses, no me venían mal algunas aventuras así mi adrenalina
comenzaría a actuar de verdad y no tendría piedad alguna pues necesitaba que
rodaran unas cuantas cabezas y quemar cuerpos para desahogarme. Sería
divertido. Aunque realmente no sabía en lo que me estaba convirtiendo pero me gustaba
bastante mi nueva yo. La nueva Beck. Las cosas en muy poco tiempo iban a
cambiar con rapidez. El mundo entero iba a cambiar. Pero a pesar de estar
cambiando una parte de mí estaba mal por no haberle contado a Inés toda la
verdad. Era una auténtica cobarde.
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